martes, 2 de noviembre de 2010

Deseo de caminar en integridad

Quiero triunfar en el camino de perfección: ¿Cuándo me visitarás? Quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón.
Salmo 101: 2.


Lectura diaria: Salmo: 101.1-8. Versículo del día: Salmo 101:2.


ENSEÑANZA


Nosotros queremos lograr muchas metas y nuestro deseo es poder alcanzarlas. Vale la pena reflexionar y hacer un análisis de la manera como pensamos obtenerlas. En muchos estamentos sean políticos, educativos e incluso eclesiales se nota a leguas que se aspira a esos cargos solamente con la ilusión y el pensamiento de enriquecerse así sea pasando por encima de quien sea. Salen entonces a flote la envidia, los celos, el soborno, las peleas, las disensiones, el fraude, y mil artimañas más. David se propuso conducirse íntegramente, empezando por proceder así en su propia casa. Considero que vale la pena tener en cuenta que la vida cristiana es un estilo de vida donde debe primar la integridad en todos los campos y lugares que se encuentre el creyente. No podemos mostrar en la iglesia carita de ángel y en la casa ser un demonio completo. Mucho menos nos quedan bien actuaciones contrarias a lo que predicamos en el trabajo. Si se tiene la gracia de ocupar puestos de alto rango, nuestro deber es darle gracias a Dios por ello y ser en ese sitio luz que brille y resplandezca. Sabemos que “una sola golondrina no hace verano”, pero que nos quede la satisfacción de empezar a cimentar la sociedad rectamente, así sea con pequeñas piedras, para que vayamos siendo parte de la solución y no agrandar más el problema. Desafortunadamente vivimos en medios donde no se escatima la menor oportunidad para sacar las uñas y pelearse por un puesto o unos pesos. Como lección del día, digámosle también al Señor: “Quiero conducirme en mi propia casa con integridad de corazón. No me pondré como meta nada en que haya perversidad” (vv. 2-2). Sí, empecemos por la conducción en la casa, alejando toda intención perversa, evitando el chisme, la ira, el enojo y la soberbia. Hablando siempre con sinceridad y centrados en el rol que nos pertenece, respetando siempre los espacios y gustos de los demás que habitan bajo el mismo techo. De esta manera, poco a poco nos vamos adentrando en la rectitud y al mirar hacia otros campos podemos vislumbrar un trabajo honesto y responsable que es lo que en últimas Dios pide de sus hijos (justicia, misericordia y humildad). Si buscamos integridad, vamos a ser justos, misericordiosos y humildes.


Un abrazo y bendiciones.

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