miércoles, 17 de noviembre de 2010

Exaltemos las virtudes en los demás

Pesa más una pequeña necedad que la sabiduría y la honra juntas.
Eclesiastés 10:1b.


Lectura diaria: Eclesiastés 10:1-20. Versículo del día: Eclesiastés 10:1b.


ENSEÑANZA


Qué verdad tan palpable como la que nos dice el versículo de estudio. Siempre tendemos a fijarnos más en los defectos que en las virtudes. Creo que es un error de la mayoría de personas. Yo también he caído en ello y mi deseo es que de ahora en adelante me haga el firme propósito de encontrar lo bueno en las personas, empezando por los de casa. Si nos ponemos en los zapatos ajenos antes de criticar estas acciones, muy seguramente reflexionaremos y entenderemos que no es nada agradable después de haber realizado una buena labor que se nos infrinja por el detalle que preciso olvidamos. ¡Es desmoralizante! En alguna parte leí en una ocasión al respecto, sobre un niño que cuestionaba a sus padres: “¿Si de todas maneras me van a regañar lo haga bien o mal para qué me preocupo por hacerlo bien?” Es cierto que los padres no hicimos escuela para criar a nuestros hijos, sin embargo, no hay excusa dentro de los llamados creyentes para obrar de esa manera. La Biblia nos enseña a no desesperarlos sino a corregirlos en amor y sabiduría para que no se desanimen (Ef. 6:4, Col. 3:21). El caer encima no solo concierne a los hijos; tiene que ver en la relación de esposo-esposa; empleador-empleado; hermano-hermana y viceversa. En fin, con todo el prójimo. En terapias de pareja se aconseja hacer una lista del cónyuge con todas sus virtudes y otra con todos los defectos que apreciemos. Es gratificante el saber que lo bueno generalmente, dobla lo malo; entonces, la tarea es al acordarnos de lo malo, resaltar lo bueno. Es una buena terapia que con ayuda del Espíritu Santo podemos lograr. La primera parte del versículo dice que “las moscas muertas apestan y echan a perder el perfume”; cada vez que deseemos criticar, comparémonos con esas moscas muertas que van a dañar con la murmuración al que tenemos al lado. Empecemos a desarrollar el hábito de exaltar y no criticar. Hagámoslo con los más cercanos y pronto nos daremos cuenta que les estamos ayudando a cambiar porque en últimas, los estamos bendiciendo y no maldiciendo. Bendecir es bien decir y maldecir es mal decir. La exaltación edifica y la crítica destruye. Señor: Ayúdanos a resaltar lo bueno y desechar lo malo.


Un abrazo y bendiciones,

No hay comentarios: