viernes, 23 de julio de 2010

Las riquezas materiales no existen

No te afanes acumulando riquezas; no te obsesiones con ellas. ¿Acaso has podido verlas? ¡No existen! Es como si les salieran alas, pues se van volando como las águilas.
Proverbios 23:4-5.


Lectura diaria: Proverbios 23:1-12. Versículo del día: Proverbios 23:4-5.

ENSEÑANZA

Las riquezas se esfuman de la noche a la mañana. Esto es muy cierto y quien diga lo contrario pasará por necio. He conocido muchísimos casos de personas pudientes que de un momento a otro, sin ellos quererlo han quedado con una mano adelante y la otra, atrás. ¡No existen! Dice el Proverbio, y así es. Mi propia experiencia me ha ido mostrando lo que dice Joel 1:4: “Lo que dejaron las langostas grandes lo devoraron las langostas pequeñas; lo que dejaron las langostas pequeñas se lo comieron las larvas; y lo que dejaron las larvas se lo comieron las orugas. En nuestro caso, esa fue una realidad muy palpable. Sin embargo, le doy gracias a Dios porque a través de toda esa maraña de estrechez económica, pudimos siempre comprobar el amor y la misericordia de nuestro amado Señor. Aún todavía me pregunto: ¿hay algo más que nos quiera arrebatar el enemigo? Porque al parecer le cuesta quedarse quieto, siempre anda como león rugiente buscando a quién devorar. Mi esperanza y mi consuelo es saber que el Señor me ha dicho muchas veces que no tema porque Él me devolverá el doble. Tengo la promesa en Hageo: “Sus riquezas llegarán aquí, y así llenaré de esplendor esta casa –dice el Señor Todopoderoso–. Mía es la plata, y mío es el oro –afirma el Señor Todopoderoso–. El esplendor de esta segunda casa será mayor que el de la primera –dice el Señor Todopoderoso–. Y en este lugar concederé la paz, afirma el Señor Todopoderoso”. (Hag. 2:7-9). En el mismo Libro de Joel, capítulo 2 verso 25 me reafirma: “Yo les compensaré a ustedes por los años en que todo lo devoró ese gran ejército de langostas que envié contra ustedes: las grandes, las pequeñas, las larvas y las orugas”. Como si esto fuera poco, me lo confirmó hace unos días a través de una mujer profetisa en un grupo de oración. Una señora que ni ella me conocía ni yo a ella y sin embargo Dios la utilizó para que me reconfirmara lo de Joel: “Te devolveré todo lo que el enemigo te ha arrebatado, la langosta, la larva y la oruga”. Ya no me importa lo que pueda suceder con este apartamento, haremos lo que esté a nuestro alcance pero si lo tenemos que perder, pues lo perdemos; he decidido descansar en el Señor y dejar todo en sus manos. Me importa sí, el tener paz y le ruego al Señor podamos de alguna manera pagar las deudas que tenemos pendientes, porque esto sí me roba la tranquilidad. Sé que lo lograremos con su ayuda y que saldremos adelante ante tanta turbulencia. Por ahora, mi consejo y enseñanza a través de este devocional, es que no pongamos los ojos en las riquezas porque estas son pasajeras y se esfuman de la noche a la mañana.

Un abrazo y bendiciones.

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