miércoles, 7 de julio de 2010

No es si queremos, es una orden

Ya te lo he ordenado: ¡Sé fuerte y valiente! ¡No tengas miedo ni te desanimes! Porque el Señor tu Dios te acompañará dondequiera que vayas.
Josué 1:9.


Lectura diaria: Josué 1:1-18. Versículo del día: Josué 1:9.

ENSEÑANZA

A veces pasamos por alto las palabras de la Biblia y recitamos como loritos muchos versículos, sin ponerle la debida atención. Aquí, podemos notar que el Señor nos dice: “Ya te lo he ordenado” o como está escrito en la versión Reina Valera “Mira que te mando”, de todas maneras es una orden dada directamente por Dios, no sólo para Josué sino para todo aquel que le sigue. Josué tenía en sus manos una tarea que no era nada fácil, terminar de llevar a su pueblo terco y desobediente, hasta la tierra que fluye leche y miel; tenía además que hacerse ganar la simpatía de sus coterráneos y ser capaz de gobernarles no digamos que al igual de Moisés, pero al menos tratar de hacer lo mejor. Dios le dio sabiduría y así como estuvo con Moisés estuvo con él. “No te dejaré ni te abandonaré” (V. 5c). ¡Cuánta responsabilidad recayó sobre este joven! Una gran lección para aprender de él. Ante las dificultades que se nos presentan a diario, creemos que no tendremos el suficiente valor para encararlas y continuar; nos sentimos frágiles y apesadumbrados olvidando que Dios prometió estar con nosotros por donde quiera que vayamos. Lo prometió, pero también nos ordenó ser fuertes y valientes. Yo más que nadie sé que esto no es fácil; y sí, en un comienzo no se puede digerir tan sencillamente, pero gracias a Dios que tenemos el más valioso tesoro con nosotros, al Señor Jesucristo que nos ha dejado a su vez al Espíritu Consolador, quien nos llena de todo poder para lograr salir avante. Con Él recobramos nuevas fuerzas y de manera sobrenatural nos invade la valentía necesaria para afrontar las dificultades. Atendiendo su Palabra, sigamos la orden implantada y con sinceridad elevemos una oración al Señor. Reconozcamos ante Él que somos débiles, que necesitamos su mano poderosa para continuar por el camino. Señor: Gracias porque nos conoces y sabes que somos endebles; no queremos desobedecerte, por eso te pedimos ayuda y confiamos en tus promesas, para poder ser fuertes y valientes en el tiempo de aflicción. En tu nombre Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

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