jueves, 22 de julio de 2010

El Señor es nuestro juez

No explotes al pobre porque es pobre, ni oprimas en los tribunales a los necesitados; porque el Señor defenderá su causa, y despojará a quienes los despojen.
Proverbios 22:22-23.


Lectura diaria: Proverbios 22:17-29. Versículo del día: Proverbios 22:22-23.

ENSEÑANZA

¡Cuánta diferencia existe en el trato cuando se es pobre y cuando se es rico! Es verdad. En tiempos de opulencia, todos son amigos; incluso llegan amigos sin buscarlos; mientras en tiempos de penuria, sucede todo lo contrario: hasta nos llegan enemigos a priori. Hay vemos reflejada la máxima de “al caído, caerle”. He tenido que aprender a vivir como decía el apóstol Pablo: en la riqueza y en la pobreza. No voy a decir que es fácil pasar de un estadio a otro, así porque sí. Son golpes tras golpes, pero que a la larga nos van formando el carácter y nos ayudan a madurar. Gracias le doy al Señor por haberme permitido vivir estas dos situaciones, porque de lo contrario sería una más en este mundo lleno de hipocresía y orgullo. También le doy gracias al Señor porque cuando alguien me juzga porque hice o dejé de hacer, Él es quien se encarga de reivindicarme y sacarme adelante. Es Dios quien pesa los corazones; nadie más sabio y justo que Él mismo para saber lo que existe en cada corazón. Me reconforta saber que el rey David a pesar de todas las fallas que tuvo como humano, siempre guardó su corazón y por eso Dios lo catalogó como el hombre con un corazón conforme al corazón de Dios (Hch. 13:22). Señor: Enséñame cada día a perdonar a los que me juzgan y a guardar mi corazón a pesar de la injuria y la calumnia que caigan sobre mí. Hoy te pido por todos aquellos que me han hecho mal, tanto personas naturales como jurídicas y a la vez te ruego me perdones si yo he caído en la trampa y también los he vituperado. Gracias Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

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