lunes, 26 de julio de 2010

De generación en generación

Traigo a la memoria tu fe sincera, la cual animó primero a tu abuela Loida y a tu madre Eunice, y ahora te anima a ti. De eso estoy convencido.
2ª. Timoteo 1:5.

Lectura diaria: 2ª. Timoteo 1-14. Versículo del día: 2ª. Timoteo 1.5.

ENSEÑANZA

Pablo insta a su querido discípulo Timoteo a no abandonar la fe, la cual le ha sido transmitida desde su abuela. Le doy gracias a Dios porque mis hijos pudieron llegar a este mundo, conociendo el Evangelio de salvación; y ruego para que de la misma manera lo sigan trasmitiendo a sus generaciones venideras. Esas fueron mis palabras que como madre le recomendé a Juan Manuel, al momento de entregarlo en su matrimonio: “Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas. Grábate en el corazón estas palabras que hoy te mando. Incúlcaselas continuamente a tus hijos. Háblales de ellas cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes. Átalas a tus manos como un signo; llévalas en tu frente como una marca; escríbelas en los postes de tu casa y en los portones de tus ciudades” (Dt. 6:5-9). La misión de una madre nunca termina mientras viva. Orar continuamente por sus hijos es el deber que tiene ante el Señor, y el mejor legado que les puede dejar a ellos es precisamente, el temor reverente a Dios. Me imagino que después entrarán a formar parte de ese combo los nietos y de pronto los biznietos. La oración de una madre es supremamente valorada por Dios, porque cuando las madres oran por sus hijos, lo hacen con corazón sincero, con palabras que brotan desde lo más recóndito y el Señor en su naturaleza humana, debió entenderlo porque conoció y palpó de primera mano en su misma experiencia, el dolor de María ante su padecimiento. “De eso estoy convencida”. Y como Pablo también diré: “Pero no me avergüenzo, porque sé en quien he creído, y estoy segura de que tiene poder para guardar hasta aquel día lo que le he confiado” (2ª.Ti. 1:12b). Dios es fiel y tiene el poder para guardar a nuestros hijitos porque no va a defraudar la confianza depositada en Él. Es importante porque la Palabra lo dice, dejar a los hijos herencia material; indudablemente que sí. Sin embargo, es mucho más importante la herencia espiritual para hacer tesoros en el cielo donde la polilla y el óxido no destruyen, y donde los ladrones no se meten a robar.

Un abrazo y bendiciones.

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