domingo, 28 de marzo de 2010

Libertad en Cristo

Y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.

Juan 8:32.

Lectura diaria: Juan 8:31-41. Versículo del día: Juan 8:32.

ENSEÑANZA

¿Cuál es la verdadera libertad? Tenemos la costumbre de cambiar la libertad por el libertinaje. El hombre cree que ser libre es emborracharse, adulterar, ser adicto a las drogas, al juego, etc. No se dan cuenta que están que en vez de estar gozando de libertad, están es completamente atados a estos vicios. Al igual que el pueblo judío muy seguramente pueden afirmar: “Nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Cómo puedes decir que seremos liberados? (Verso 33). El Señor Jesús les dio la respuesta: “–Ciertamente les aseguro que todo el que peca es esclavo del pecado–“ (verso 34). El esclavo es diferente al hijo. El hijo tiene derechos especiales por ser hijos; mientras el esclavo no puede gozar de todos los beneficios porque su condición no se lo permite. Cuando recibimos al Señor Jesucristo en nuestra vida, entramos a ser parte de la familia de Dios; nos convertimos en sus hijos (Juan 1:12). La enseñanza es la siguiente: si ya somos cristianos no volvamos la mirada hacia atrás. Pongamos los ojos en nuestro Redentor quien es el que nos ha dado el poder y la fortaleza para no declinar. Si ya pertenecemos a su redil, somos su familia, somos sus hijos. Apropiémonos entonces, de sus promesas y vivamos con los derechos y ventajas que tenemos como herederos. Si no eres cristiano y el Espíritu Santo te ha hablado a través de este devocional porque estás atado al pecado, hoy puede cambiar tu vida. Te invito a que entres a ser mi hermano(a) y empezar a gozar la verdadera libertad. Si es tu deseo, oremos: Señor Jesucristo, yo te necesito; reconozco que he vivido una vida de acuerdo a mis propios criterios y me creía absoluto e infalible haciendo todo lo que quería sin darme cuenta que estaba en pecado. Hoy te acepto en mi corazón como Señor y Salvador. Entra a mi vida Jesús, hazme la persona que tu quieres que yo sea; gracias por perdonar mis pecados, por permitirme ser parte de la familia celestial y gozar de la verdadera libertad que me estás ofreciendo. En tu nombre Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

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