domingo, 14 de marzo de 2010

Cuidado con la religiosidad

Así dice el Señor Todopoderoso, el Dios de Israel: Enmienden su conducta y sus acciones, y yo los dejaré seguir viviendo en este país.

Jeremías 7:3.

Lectura diaria: Jeremías 7:1-11. Versículo del día: Jeremías 7:3.

ENSEÑANZA

¡Cuán fácil es caer en la religiosidad! Cuando nuestra relación con Dios no es sincera ni a diario, pasa a ser falsa e inútil. Aquella frase tan trajinada de: “Peco, confieso y empato”, no es válida en el cristianismo. Dios a través de Jeremías le hace un llamado duro a su pueblo, porque ellos creen que con simplemente hacer presencia en su templo basta. ¿Será que a nosotros los creyentes en el Señor Jesucristo nos pasa lo mismo? “Roban, matan, cometen adulterio, juran en falso, queman incienso a Baal, siguen a otros dioses que jamás conocieron, ¡y vienen y se presentan ante mí en esta casa que lleva mi nombre, y dicen: “Estamos a salvo”, para seguir cometiendo todas estas abominaciones!” (Versos 9-10). En el antiguo testamento, el templo tenía mucho valor; pero en el nuevo, nosotros somos templo del Espíritu Santo y de ahí que no podemos permitir que las obras de la carne, prevalezcan sobre las del Espíritu. Quizá porque hemos crecido y vivido en medio de una Iglesia tradicional y permisiva, nos acostumbramos a ver a un Dios que todo nos lo aprueba o que sólo le basta con que seamos “domingueros”. No, Dios desea de nosotros lo mejor; lo mejor de nuestro tiempo, lo mejor de nuestras ofrendas, lo mejor sea cual sea el área. Él anhela lo excelente de nuestra vida. Por eso escuchemos sus palabras: “Enmienden su conducta y sus acciones”. Si queremos gozar la vida abundante que el Señor nos prometió, es preciso hacer un alto en el camino y analizar si vamos en la dirección correcta, o al contrario, estamos engañados sobre la vía equivocada. Desafortunadamente entre el pueblo de Dios, hay muchos que predican y hablan y hablan queriendo levantar mega-iglesias, sin acordarse de que el templo de Dios, es nuestro cuerpo y que primero hay que curarlo y restaurarlo individual e interiormente para después ver germinar la semilla colectiva que dé fruto al ciento por uno. Fruto sano y perdurable no basado en una religiosidad sino en un estilo de vida óptimo e integral.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: