domingo, 21 de marzo de 2010

La causa de la condenación

Ésta es la causa de la condenación: que la luz vino al mundo, pero la humanidad prefirió las tinieblas a la luz, porque sus hechos eran perversos.

Juan 3:19.

Lectura diaria: Juan 3:14-21. Versículo del día: Juan 3:19.

ENSEÑANZA

El amor sublime del Padre se demostró en enviar a su propio Hijo al mundo. Y lo envió no para condenarlo, sino al revés para tenderle la mano y permitirle el acceso al cielo a través de Él (verso 16). Jesucristo es el puente que permite al hombre llegar a Dios; no hay otro camino. Aunque en el mundo hay un refrán que señala que todos los caminos conducen a Roma, haciendo alusión que conducen hacia Dios, esto no es cierto. La Biblia nos afirma que el único camino es Jesucristo. En Juan 14:6 dice lo siguiente: “Dijo entonces Tomás: –Señor, no sabemos a dónde vas, así que ¿cómo podemos conocer el camino? –Yo soy el camino, la verdad y la vida–le contestó Jesús–. Nadie llega al Padre sino por mí”. El Señor Jesucristo es el camino, la luz verdadera que vino a este mundo y aunque ya estaba en el mundo, porque todo fue hecho por Él, el mundo no le conoció (Juan 1:9-11) y encima le rechazó. El hombre ha despreciado el mejor regalo que Dios le ha dado: la salvación a través de su Hijo: “Porque tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él nos se pierda, sino que tenga vida eterna” (verso 16). Así el hombre trate de encontrar a Dios a través de su propio esfuerzo como llevando una vida recta, no haciéndole mal a nadie, con filosofías, etc. nunca podrá alcanzarlo si no reconocemos a Jesucristo, como Señor y Salvador personal, enviado a morir en nuestro lugar. Si la humanidad sigue rechazando esa luz que vino al mundo, no tiene cómo dar el paso y cruzar el puente que lo separa de Dios. Definitivamente él mismo, se está echando la soga al cuello: se está condenando porque prefirió seguir viviendo bajo su propio ego rodeado de tinieblas. Dios no quiere que nadie se pierda y precisamente por eso utiliza a sus discípulos para que salgan a anunciar el Evangelio de las buenas nuevas. Si deseas en este momento te puedo guiar hacia ese camino que es Jesucristo; si ese es así, haz la siguiente oración: Señor Jesucristo, reconozco que soy pecador y aunque te he buscado de muchas maneras, ahora entiendo que eres la Luz y la he rechazado. Quiero atravesar el puente y apropiarme de esa Luz para estar siempre contigo y tener la vida eterna. Entra en mi vida, te recibo como mi Señor y Salvador. Gracias por perdonar mis pecados y venir a morar conmigo. En tu nombre Jesús, amén. Recordemos que todos los que nos llamamos sus discípulos tenemos la obligación de llevar este mensaje de salvación al mundo.

Un abrazo y bendiciones.

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