sábado, 6 de marzo de 2010

Desobediencia y murmuración

Así que el Señor le dijo a Moisés: ¿Hasta cuándo seguirán
desobedeciendo mis leyes y mandamientos?

Éxodo16:28.

Lectura diaria: Éxodo 16:1-36. Versículo del día: Éxodo 16:28.

ENSEÑANZA

Esta pregunta se la hizo Dios a Moisés, respecto a los israelitas cuando salieron de Egipto y se encontraban en el desierto. Creo que es la misma que a pesar de los tiempos, el Señor vuelve a hacer a su Iglesia. Tal vez, considero yo, por ser el primer pecado de la humanidad la desobediencia está tan arraigada a nuestro ser. Analizando casos de desobediencia, he notado que por lo general va unida a la murmuración; murmuración que llega antes o después, pero está presente, y tiene una explicación: tiene que salir a flote alguna excusa simplemente como para demostrarnos a nosotros mismos que “si no hubiera sido por eso” no hubiéramos caído en desobediencia, así tengamos que murmurar y echarle la culpa a otro. El pueblo de Israel empezó a murmurar contra Moisés y Aarón sobre su falta de comida. Dios les mandó maná y codornices “Voy a hacer que les llueva pan del cielo” (versos 4). “El Señor habló con moisés y le dijo: Han llegado a mis oídos las murmuraciones de los israelitas. Diles que antes de que caiga la noche comerán carne, y que mañana por la mañana se hartarán de pan” (versos 11-12). El rocío cayó sobre el campamento y al desaparecer de allí brotó el maná; Moisés les dijo: “Es el pan que el Señor les da para comer. Y éstas son sus instrucciones: Recoja cada uno de ustedes la cantidad que necesite para toda la familia, calculando dos litros por persona” (versos 15-16). Así lo hicieron. Recogieron y a todos les salió la cantidad exacta. Sin embargo Moisés les ordenó: “Nadie debe guardar nada para el día siguiente” (verso 19). Unos hicieron caso pero otros no y lo recogido se les llenó de gusanos. A la orden de que recogieran el día sexto lo correspondiente al séptimo porque ese día no encontrarían nada por ser el día de descanso, hubo unos que sin embargo, salieron a buscar el día séptimo y tal como el Señor lo había dicho, no encontraron nada. “¿Hasta cuándo seguirán desobedeciendo mis leyes y mandamientos?” Dijo el Señor. ¿Hasta cuándo nosotros, su pueblo le seguimos desobedeciendo? Veamos un ejemplo: Acabamos de escuchar en la iglesia la advertencia de no comprar comestibles ni parquear autos en los alrededores de ésta y sin embargo, es lo primero que se hace. ¿Aduciendo qué? Que la cafetería de la iglesia es muy cara, que allá no venden tal o cual cosa, que es más rico en el puesto de la calle, que los parqueaderos dispuestos quedan muy lejos, que son caros, que allí además de cuidar el carro se lo lavan, etc., etc. Se hace todo esto, sin darse cuenta que va en detrimento de la iglesia e inclusive del cierre de la misma porque son ordenes que vienen de más arriba, de las autoridades competentes, pero al fin de cuentas ¿qué importa eso? Lo importante es mi ego personal. Ahí entra a formar parte el dicho común: “Ande yo caliente y ríase la gente”. Sólo buscamos nuestro propio bien. Al igual que hizo Adán cuando desobedeció la orden y cayó, culpó a Eva, y ella a su vez a la serpiente. Nos excusamos en los demás para justificar nuestros actos. Aprendamos la lección y no dejemos que el Señor nos siga diciendo: ¿Hasta cuándo?
Un abrazo y bendiciones.

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