viernes, 19 de marzo de 2010

El llamamiento

¡AQUÍ TIENEN AL CORDERO DE DIOS!

Juan 1:36.

Lectura diaria: Juan 1:35-51. Versículo del día: Juan 1:36.

ENSEÑANZA

Al igual que Juan el Bautista les dijo a dos de sus discípulos, hoy también les anuncio lo mismo: “¡Aquí tienen al Cordero de Dios!” Si ya lo has visto, síguele. Si lo encontraste como Andrés quien fue a avisarle a su hermano Simón, o Felipe quien buscó a Natanael para decírselo, síguele: “Hemos encontrado al Mesías (es decir, el Cristo)”; “Hemos encontrado a Jesús de Nazaret” (versos 41 y 45); El Cordero de Dios, está dispuesto para la humanidad, simplemente tienes que buscarlo, porque el que busca encuentra y al que llama se le abrirá la puerta. Quizá igual que Natanael tu no crees; te cuesta y a la vez lo cuestionas, pero el Señor ha seguido tus pasos desde que naciste; sabe el momento de pararte y el de sentarte; sabe a dónde te diriges y con quién lo haces. Para Él, nada de lo tuyo le es oculto. Te repite con su amor como a Natanael: “Antes de que Felipe te llamara, cuando aún estabas bajo la higuera, ya te había visto” (verso 48). Sí; antes de que leyeras este devocional, Él ya te había visto. Te he buscado porque eres para mí preciado y deseo que seas mi discípulo. Me has buscado sin éxito, pero llegó la hora de encontrarnos cara a cara. Quiero venir a morar contigo y darte una nueva vida. ¿Me permites seguir? “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo” (Apocalipsis 3:20). El Señor como el más prudente de los caballeros, no seguirá sin ser invitado, Él respeta tu libre albedrío. Mi pregunta es: ¿Deseas dejarle entrar? ¿Deseas hacerte su discípulo y comenzar con Él una vida de aventura y propósito? Si es así, yo puedo conducirte con esta oración: Señor Jesucristo, yo te necesito, te he buscado y por fin te encontré; hoy quiero abrirte la puerta de mi vida y recibirte como mi Señor y Salvador personal. Entra en mí, perdona mis pecados y dame esa nueva vida que me estás ofreciendo. En tu nombre Jesús, amén. Es la mejor decisión que has hecho en tu vida, te aseguro que jamás te arrepentirás. ¡Felicitaciones! Has ingresado al grupo de sus discípulos y de hecho ya tienes tu recompensa en el cielo.

Un abrazo y bendiciones.

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