martes, 16 de marzo de 2010

Un gran ejemplo a seguir

Padre –dijo Jesús–, perdónalos porque no saben lo que hacen.

Lucas 23:34.

Lectura diaria: Lucas 23:26-46. Versículo del día: Lucas 23:34.

ENSEÑANZA

Hace un poco más de dos mil años, el Señor Jesús murió en una cruz horrenda dándonos ejemplo de humildad, obediencia, amor y reconciliación. Dentro de diez días, el pueblo cristiano (católico, ortodoxo y protestante), conmemorará su muerte y resurrección. Vale la pena, antes de pensar en unas vacaciones de Semana Santa o de receso, en lo que significa esta evocación. Jesús, hecho hombre pero con naturaleza divina, vino a pagar por nosotros: “Él fue traspasado por nuestras rebeliones, y molido por nuestras iniquidades; sobre él recayó el castigo” (Isaías 53:5); es la muestra más grande y sublime de amor: dar su vida en rescate por muchos. Lo más hermoso es que, no solamente vino a pagar por nuestras culpas, sino que a pesar de todo lo irónico e injusto que le sucedió, tuvo el corazón dispuesto para decir: “Padre, perdónalos”. ¡Qué gran lección la que nos deja el Señor! “Con amor y verdad se perdona el pecado” (Proverbios 16:6). ¿Será que nosotros, sus hijos quienes decimos que le amamos y le hemos conocido, podemos tomar la decisión de perdonar? ¿Por qué nos cuesta tanto hacerlo? El problema radica en una mezcla de orgullo y prepotencia donde no se quiere dar el brazo a torcer. Así no sea yo la del problema, a lo largo de mi vida cristiana he aprendido a decir: “Perdóname” o “lo siento”. Para que esto pueda darse, primero se debe tener el convencimiento de que Dios ya nos perdonó e igualmente perdonarse uno mismo. Sé que es difícil; no es cuestión de sentimientos ni de voluntad, es simplemente tomar la decisión de perdonar y en obediencia hacerlo. Hay que dejar en manos del Señor todas las áreas de nuestra vida; allí delante de Él tenemos que ponerlo todo, sean cargas, alegrías, debilidades, anhelos y decisiones. Reconocer y ser sinceros ante su presencia nos llena de valor. Apreciemos el perdón consolador de Dios, para luego tener la capacidad de perdonar a quienes nos han maltratado. Oremos: Señor Jesús, en mis propias fuerzas no puedo perdonar, pero tú que estás conmigo, hazlo por mí. Dame las palabras adecuadas para pedir perdón y un corazón dispuesto a perdonar a quienes me han ofendido. Gracias Jesús, amén.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: