Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene.
Salmo 3:5 NVI.
Lectura: Salmo
3:1-8. Versículo del día: Salmo 3:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Esta es la confianza que
debemos tener: saber que nos acostamos y podemos dormir tranquilos porque
nuestro buen Señor es quien vigila nuestro sueño. “En paz me acuesto y me
duermo, porque solo tú, Señor, me haces vivir confiado” (Salmo 4:8).
No hay nada más
descansador y placentero que un buen sueño. Dormir es tan necesario como comer
porque lo exige la misma supervivencia. El sueño es reparador de fuerzas y
energía; ese descanso permite prepararse para el nuevo día. Dicen que dormir
bien incrementa la memoria; protege el corazón y nos hace sentir relajados. Actualmente
hay muchas personas que les cuesta dormir las horas necesarias. Personalmente
considero que, si no se duerme completo en la noche, se trate de reponer ese
sueño en el día si es que se puede. Cuando no dormimos bien, amanecemos
agotados, con los ojos hinchados y semblante decaído. Creo que un buen método
es dormirse en oración o escuchando la Palabra de Dios. Si nos acostamos en
paz, no tenemos nada que temer; Alguien está velando nuestro sueño y cuidándonos
mientras dormimos: “Pero tú, Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria; ¡tú
mantienes en alto mi cabeza!” (v. 3).
Amado Señor:
gracias porque Tú Eres quien nos propicias el descanso. Gracias porque podemos
confiar en que estás a nuestro lado cuidándonos mientras dormimos. Señor, si un
día no despertamos que sea porque nos hemos ido Contigo y seguro pasaremos a
gozar del mejor sueño hecho realidad. ¡Te amamos buen Señor, Amigo y Protector!
Un abrazo y bendiciones.
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