lunes, 29 de marzo de 2021

Dora: ¿me amas?

Le dijo la tercera vez: Simón, hijo de Jonás, ¿me amas? Pedro se entristeció de que le dijese la tercera vez: ¿Me amas? y le respondió: Señor, tú lo sabes todo; tú sabes que te amo. Jesús le dijo: Apacienta mis ovejas. 

Juan 21:17. RVR 1960.


Lectura: Juan 21:15-19.  Versículo del día: Juan 21:17.


MEDITACIÓN DIARIA


Quiero compartir con ustedes un testimonio muy mío de ayer con mi Señor. Estos últimos días especialmente al salir a caminar y cuando me acuerdo, le estoy diciendo al Señor: ‘Señor, sostenme fuertemente, no me dejes ni un momento. ¡Fortaléceme! ¡Tú sabes que te amo!

Ayer estaba viendo la predicación de mi Iglesia online y el Pastor hizo alusión precisamente al pasaje del Evangelio de Juan donde el Señor Jesús restituye a Pedro y tres veces le pregunta lo mismo y exactamente no sé qué pasó en ese momento, pero sentí la misma voz del Señor diciéndome: ‘Dora, ¿me amas? Yo rompí en llanto y solo atiné a decir igual que Pedro: ‘Señor, Tú lo sabes todo; ¡Tú sabes que te amo!’. No sabría decir la cantidad de pensamientos que llegaron como ráfagas a mi mente porque igual que Pedro, tal vez, no una, ni dos, ni tres veces lo he negado, sino muchas más. Cada vez que no cumplo su voluntad y me alejo de Él, indiscutiblemente lo he negado. Y en ese preciso momento reconociendo la bondad, la misericordia, el perdón y en especial el amor de mi Señor me llené de una paz y un gozo que solamente Jesús puede dar. Mis lágrimas afloraron creo, más de regocijo que de otra cosa. Esos instantes, esos momentos son irrepetibles. Recuerdo algo exactamente parecido cuando me diagnosticaron el cáncer de seno y también quebrantada sentí que el Señor me mandaba hacer mis devocionales.

De verdad, son momentos únicos. Igual exactamente como dice la canción de Jesús Adrián: ‘por un momento en tu presencia, por un instante nada más’. No importa lo que pueda pasar en ese minuto. Nada, nada tiene valor porque ese minuto vale más que el oro y toda la plata del mundo. Es el encuentro personal de su relación íntima, entre el Amado y su amada. Así como con Pedro.


Mi Amado Señor: ¡te doy tantas gracias por haberme llamado un día para ser tu hija! Muchas veces pasamos por alto ese regalo tan maravilloso, pero Tú que sabes cautivarnos, nos vuelves a tocar con todo tu amor. Tu indescifrable perdón y reconciliación nos hace sentirnos avergonzados ante Ti por no darte la talla que tanto amor ofrecido merece. ¡No me sueltes de tu mano! Bendito Jesús, gracias, muchas gracias. ¡Te amo y jamás dejaré de amarte!


Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: