lunes, 17 de agosto de 2020

En vez de reclamarle, huillémonos ante Él


Como leones rugientes que despedazan a la presa, hay una conspiración de profetas que devoran a la gente, que se apoderan de las riquezas y de los objetos de valor, y que aumentan el número de viudas, 
Ezequiel 22:25. NVI.

Lectura: Ezequiel 22:23-31.  Versículo del día: Ezequiel 22:25.

MEDITACIÓN DIARIA

En mi concepto creo que a la Iglesia actual le ocurre lo mismo que a Israel en tiempos de Ezequiel. Sí; se están levantando profetas por todas partes y ministros del Evangelio que solamente buscan su propio bien despojando a sus feligreses de sus pertenencias mientras ellos se enriquecen cada día más. Además de esto, poco amor se ve entre sus ancianos y quienes colaboran en los diferentes ministerios. Si esto sucede dentro de la Iglesia del Señor ¿qué podemos esperar de los de afuera? Igual pasa con los jefes de la ciudad e incluso con los terratenientes que quieren explotar al indigente y al pobre (vv. 26-29).
Sin embargo, cuando viene una situación como la que estamos viviendo actualmente con esta pandemia del Covid-19, el ser humano en vez de reconocer su pecado e indiferencia hacia Dios, le reclama diciéndole injusto y falto de misericordia, sin darse cuenta que su duro corazón lo ha alejado completamente de Él. Se tiene la conciencia carcomida y se empieza a llamar malo a lo bueno y bueno a lo malo (vv. Isaías 5:20).  En vez de reclamarle a Dios, humillémonos ante Él.  Oremos para que el Señor nos perdone y a la vez más bien, démosle gracias tal como es su deseo (1 Tesalonicenses 5:18).

Amado Dios; nos presentamos delante de Ti con un corazón contrito y humillado reconociendo que te hemos defraudado con nuestro pecado. Te pedimos buen Dios que nos perdones y limpies. Al igual te rogamos por esta tierra para que sea sanada y restaurada. Gracias por perdonarnos y permitir que estemos en paz Contigo. Gracias por todo lo que con lleva esta crisis mundial y gracias porque sabemos que solamente bastará una palabra Tuya para terminar con esta epidemia y levantar nuevamente un mundo más consciente y amoroso. ¡Te adoramos bendito Señor y Dios!

Un abrazo y bendiciones.

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