jueves, 27 de agosto de 2020

El pecado acobarda pero Jesús es la solución


Hijo de hombre, diles a los israelitas: Ustedes dicen: Nuestras rebeliones y nuestros pecados pesan sobre nosotros, y nos estamos consumiendo en vida. ¿Cómo podremos vivir? 
Ezequiel 33:10 NVI.

Lectura: Ezequiel 33:1-20.  Versículo del día: Ezequiel 33:10.

MEDITACIÓN DIARIA

El versículo del día se refiere a las palabras del Señor al profeta Ezequiel para que él se las transmitiera a los israelitas. Cuándo ellos preguntan: “¿Cómo podremos vivir?”, el Señor responde: “Tan cierto como que yo vivo —afirma el Señor omnipotente—, que no me alegro con la muerte del malvado, sino con que se convierta de su mala conducta y viva. ¡Conviértete, pueblo de Israel; conviértete de tu conducta perversa! ¿Por qué habrás de morir?” (v. 11). El pecado acobarda y esto no es más que un llamado al arrepentimiento. En verdad, a todos nos pesa el pecado. Sin embargo, la misericordia de Dios es tan inmensa que Él sufre por el pecador y le pide que deje su mala conducta.
El Señor Jesús vino exactamente a llevar sobre sus hombros todos nuestros pecados y lo que tenemos que hacer es aceptar su sacrificio en la cruz del Calvario por la transgresión y maldad que llevamos dentro, desde la caída del hombre (Génesis 3). Pero Dios no se alegra con esto. Corrobora incluso en otra parte la Escritura:  “Más bien, él tiene paciencia con ustedes, porque no quiere que nadie perezca, sino que todos se arrepientan” (2 Pedro 3:9b). Ahora si alguien en este tiempo nos hace la misma pregunta: “¿Cómo podremos vivir?”. Tenemos que levantarnos y compartirle el mensaje de salvación. Es la única manera de poder vivir. Jesucristo es vida (Juan 14:6), y no nos ofrece cualquier vida; es una vida con Él, completa y abundante (Juan 10:10). Si bien es cierto que el pecado pesa y acobarda, también es muy cierto que hay solución: Jesús es esa bendita solución.

Amado Señor: Gracias por haber muerto en mi lugar y tener la paciencia de esperarme. Reconozco buen Dios, que soy pecador, pero sé que tu bendita sangre me limpia completamente de mis rebeliones y transgresiones. Gracias porque tendré también la promesa de una vida eterna a tu lado. Gracias, gracias bendito Señor.

Un abrazo y bendiciones.

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