Los que se habían dispersado predicaban la palabra por dondequiera que iban. Felipe bajó a una ciudad de Samaria y les anunciaba al Mesías.
Hechos 8:4-5. NVI.
Lectura: Hechos
8:1-25. Versículos del día: Hechos
8:4-5.
MEDITACIÓN DIARIA
Después del martirio de
Esteban, todos los de la iglesia se dispersaron menos los apóstoles. Entonces Felipe
fue a Samaria. Recordemos que entre samaritanos y judíos no había mucha
amabilidad; al contrario, no se hablaban entre ellos. Sin embargo, el Señor usó
a Felipe para que evangelizara esa región y se manifestó gloriosamente: “Al oír
a Felipe y ver las señales milagrosas que realizaba, mucha gente se reunía y
todos prestaban atención a su mensaje. De muchos endemoniados los espíritus
malignos salían dando alaridos, y un gran número de paralíticos y cojos
quedaban sanos. Y aquella ciudad se llenó de alegría” (vv. 6-8). Sí; creyeron en
el Cristo que había venido, muerto y resucitado. Un pueblo que escucha la Palabra
de Dios es ricamente bendecido.
Me llenó de gozo el saber
que presidentes de América, estaban poniendo a Dios en primer lugar y clamando
en oración. Eso es lo que necesitamos. No es un presidente el que nos va a
cambiar; es directamente el Señor Jesucristo. Pero tener un mandatario que le crea
a Dios es una garantía para el pueblo: “Con justicia el rey da estabilidad al
país” (Proverbios 29:4a). La justicia que proviene de la mano de Dios. Oremos
porque nuestras naciones conozcan al bendito Salvador y volteen los ojos al Único
capaz de transformar corazones.
Amado Señor Jesús:
gracias por tu Palabra que es verdad. Ponemos delante de Ti a todos los países
de América para que seas Tú permitiendo que desde la cabeza (mandatarios),
hasta jóvenes y niños acepten que Eres el Rey del universo y Salvador de la
humanidad. Para que acepten y obedezcan tu mensaje de las Buenas Nuevas y esta
tierra entera se convierta, se humille y busque tu rostro para ser sanada
completamente. Gracias bendito Señor.
Un abrazo y bendiciones.
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