Mientras lo apedreaban, Esteban oraba. —Señor Jesús —decía—, recibe mi espíritu. Luego cayó de rodillas y gritó: —¡Señor, no les tomes en cuenta este pecado! Cuando hubo dicho esto, murió.
Hechos 7:59-60. NVI.
Lectura: Hechos
7:1-60. Versículos del día: Hechos 7:
59-60.
MEDITACIÓN DIARIA
Esteban, un hombre lleno
de fe y del Espíritu Santo, hablaba con poder y hacía grandes milagros y
prodigios y por esto lo arrestaron los judíos y lo llevaron ante el Consejo (Hechos
6:5-15). Él en su defensa comenzó un recuento desde Abraham haciéndolos
reflexionar en cómo eran iguales a sus antepasados en terquedad y dureza de
corazón, resistiendo siempre al Espíritu Santo. Al oír esto se sintieron
ofendidos y lo apedrearon hasta matarlo.
Me impresionan dos cosas
de Esteban antes de su muerte: entregar gozoso su espíritu al Señor y orar por
sus agresores. ¡Qué bonito! Tenía plena certeza de su seguridad de salvación,
que para él culminar su vida era el mejor regalo, al ir a la presencia de su
Señor. Y al abogar en favor de los que lo estaban matando dio el mejor
resultado porque quien recogió sus mantos y aprobó su muerte fue Saulo de
Tarso. Sí; el que empezó persiguiendo a los primeros cristianos hasta que el
Señor se le apareció y comenzó su ministerio, siendo tal vez, la persona más
influyente en la conversión de los gentiles.
Esto nos enseña que por
más que veamos con malos ojos a un pecador, para Dios existe el perdón y la
restauración de vidas. Nosotros no somos los llamados a señalar y a condenar;
ese papel le corresponde al Único sin mancha que puede hacerlo y si Él no lo
hace, no tenemos que inmiscuirnos en los designios del Señor. Oremos:
Amado Señor:
gracias por el ejemplo que nos dejó Esteban. Tu Palabra siempre nos enseña cómo
actuar en las diferentes circunstancias que afrontamos. Queremos tener un
corazón listo para perdonar a los que nos ofenden y tener la certeza cuando nos
toque partir, que estaremos a tu lado por siempre. Me regocijo en saber que tu
siervo Esteban al morir vio la gloria de Dios y a Ti Señor Jesús a su diestra.
Permite que así sea nuestra ida Contigo. Gracias bendito Señor.
Un abrazo y bendiciones.
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