Todos los creyentes eran de un solo sentir y pensar. Nadie consideraba suya ninguna de sus posesiones, sino que las compartían.
Hechos 4:32. NVI.
Lectura: Hechos 4:32-37. Versículo del día: Hechos 4:32.
MEDITACIÓN DIARIA
La Iglesia
primitiva estaba muy bien organizada; unos se dedicaban a la oración y a llevar
el mensaje del Señor: “Los apóstoles, a su vez, con gran poder seguían dando
testimonio de la resurrección del Señor Jesús. La gracia de Dios se derramaba
abundantemente sobre todos ellos” (v. 33), otros atendían las necesidades de
los hermanos; por consiguiente, “no había ningún necesitado en la comunidad”.
Sería muy bueno seguir ese ejemplo. La iglesia primitiva tenía tres características
que la hacían notoria: la presencia del Espíritu Santo, la comunión de sus feligreses
y el ministerio como tal: enseñando, compartiendo y sanando.
Sería, además de
bonito un buen testimonio, que la Iglesia cristiana actuara de ese modo. Lo que
sucede es que vivimos en sociedades de consumo donde maquinalmente se están comprando
cosas y más cosas que a veces ni necesitamos. Por estar en estas, nos olvidamos
de los más desprovistos, pero Dios desea que aprendamos a despojarnos para
cuidar del prójimo porque esto es amor y es el mandato nuevo del Señor Jesús
(Juan 13:34). Ese amor es el principal ingrediente que debe caracterizar a la
actual Iglesia.
Amado Señor:
queremos ser genuinos y sencillos en el manejo de nuestras Iglesias. Enséñanos
a llevar a los de la Congregación, no solamente Palabra de vida espiritual,
sino también alimento material de manera que sirva de testimonio para los de
afuera. ¡Alabamos tu Nombre Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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