Él cayó al suelo y oyó una voz que le decía: —Saulo, Saulo, ¿por qué me persigues?
Hechos 9:4. NVI.
Lectura: Hechos
9:1-19. Versículo del día: Hechos 9:4.
MEDITACIÓN DIARIA
¡Es tan hermoso este capítulo
de Hechos! Habla sobre la conversión de Saulo de Tarso. Para mí es ver la
grandeza del amor y la misericordia del Señor. Los mismos discípulos le tenían
miedo a Saulo (vv. 13-14), pero por encima de ese miedo estaba el gran amor del
Señor Jesús por él. “Antes de formarte en el vientre, ya te había elegido; antes
de que nacieras, ya te había apartado; te había nombrado profeta para las
naciones” (Jeremías 1:5). Sí; el Señor tenía un propósito con Saulo a pesar de
su condición como perseguidor de los primeros cristianos. Él estaba presente y
aprobando el martirio de Esteban. Precisamente iba para Damasco con el fin de
apresar a todos los que encontrara y pertenecieran al Camino. Pero Dios, no
mira con los ojos que nosotros estamos acostumbrados a ver. Él va más allá: ve
al hombre pecador, se entristece y su misericordia que jamás se agota sale a
relucir. Saulo al ver la luz que lo tumbó al suelo y escuchar las palabras ‘¿por
qué me persigues?’ Pregunta: “—¿Quién
eres, Señor? Yo soy Jesús, a quien tú persigues —le contestó la voz” (v. 5 en
la lectura). Debió ser un momento muy impactante para Saulo.
Tal vez, haya muchos Saulos
recorriendo el mundo y queriendo también eliminar a los cristianos, pero nunca
menospreciemos el hablar las buenas nuevas del Evangelio a quien sea, porque no
sabemos los planes del Señor para esa persona. Por eso dice en otra parte de la
Biblia lo siguiente: “Pero Dios escogió lo insensato del mundo para avergonzar
a los sabios, y escogió lo débil del mundo para avergonzar a los poderosos. También
escogió Dios lo más bajo y despreciado, y lo que no es nada, para anular lo que
es, a fin de que en su presencia nadie pueda jactarse” (1 Corintios 1:27-29).
Así que no dudemos cuando nos enfrentemos a uno de estos por ahí.
Amado Señor Jesús:
gracias por enseñarnos que unos son tus pensamientos y otros los nuestros. Que
el pecado es pecado cualquiera que sea y que todos somos pecadores. Queremos
aprender a ver a los hombres con los mismos ojos de amor y misericordia con los
que Tú los ves. Gracias por mostrarnos esta verdad y permitir que nuestros
corazones se llenen de bondad al hablar de tu mensaje. ¡Toda la gloria sea para
Ti buen Señor!
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario