Tan pronto como lo vieron, los jefes de los sacerdotes y los guardias gritaron a voz en cuello: ¡Crucifícalo! ¡Crucifícalo!
Juan 19:6. NVI.
Lectura: Juan 19:1-16.
Versículo del día: Juan 19:6.
MEDITACIÓN DIARIA
No solo los jefes de los
sacerdotes y los guardias gritaban sino también el pueblo (Lucas 23:13-19). Pilato
no queriendo ejecutarlo, volvió a salir con Él, pero la turba gritaba: “—¡Fuera!
¡Fuera! ¡Crucifícalo! —vociferaron”. (v.19:15a en la lectura). Lo triste es que
antes, en su entrada triunfal a Jerusalén, la muchedumbre lo aclamaba y le
batía palmas. ¿Cómo pudo cambiarle tan rápido el corazón a esta gente? Definitivamente,
tenemos que tener al Señor Jesús, como lo que Él es en verdad: el Hijo de Dios,
el Mesías prometido, el Salvador del mundo, el Dios con nosotros. No es
solamente verlo en un crucifijo, en una estatua de mármol o cuadro muy bien
elaborado; tampoco es tenerlo como el fetiche que puede sanar o guardar del
mal. Ni sirve que lo sepas intelectualmente; hay que bajarlo de la mente al corazón.
Jesús de Nazaret un
hombre sin igual y que desea tener una relación personal contigo. Solamente de
ese modo vas a poder verlo con ojos espirituales y corazón sincero. Es ahí
cuando el Espíritu Santo te revela lo que es amarlo “con todo tu corazón, con toda
tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas” (Marcos 12:30). La manera
adecuada para que se de esa relación es que aceptes lo que Él hizo por ti al
morir en una cruz por tus pecados. Pero no se quedó muerto porque resucitó para
que también tú puedas tener vida eterna a su lado. Si nunca has hablado con
Jesús, te invito a que lo hagas en este momento. Dile así:
Señor Jesús: te
necesito; te entrego mi vida y te acepto en mi corazón para que seas mi Señor y
Salvador personal. Perdona mis pecados y hazme la persona que deseas que yo
sea. Gracias por perdonarme, limpiarme y darme una nueva vida Contigo. Amén.
Un abrazo y bendiciones.
No hay comentarios:
Publicar un comentario