¡Me sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir! Fuiste más fuerte que yo, y me venciste.
Jeremías 20:7. NVI.
Lectura: Jeremías
20:7-13. Versículo del día: Jeremías
20:7.
MEDITACIÓN DIARIA
Definitivamente el Señor
es quien coordina una cosa con otra. Anoche en el estudio bíblico con los de
nuestra Iglesia de Broward, veíamos cómo por más que busquemos a Dios de una
manera u otra, es Él quien siempre sale a buscarnos. Bien lo exclamó Jeremías: “¡Me
sedujiste, Señor, y yo me dejé seducir!”. Sí; es imposible negarse ante tanto
amor derramado.
Solamente cuando
comprendemos este gran amor dado a nosotros sin haber hecho absolutamente nada
para merecerlo, es que podemos vivir completamente bajo la gracia. Les comparto
unas frases que impactan, del libro que estamos leyendo (El llamamiento), en el
estudio del grupo de la Congregación: ‘El secreto de buscar no radica en nuestro
ascenso humano hacia Dios, sino en el descenso divino hasta nosotros’; ‘Empezamos
buscando y acabamos ser hallados’. Esto no es nada más que su infinita
gracia. Amorosamente el Señor nos
seduce. ¡Qué hermoso es dejarse seducir por el Amor de los amores!
Amado mío: Eres la
fuente de mi vida. Eres el Todo para mí. Sin ti, no tiene reposo mi alma. Tú
llenas mi universo con tu amor incondicional. Bendito Jesús, ningún logro aquí
en la tierra es comparable con la gracia divina que Tú ofreces. ¡Aleluya! ¡Gloria
y Honor al Amor que me sedujo!
Un abrazo y bendiciones.
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