No es que ya lo haya conseguido todo, o que ya sea perfecto. Sin embargo, sigo adelante esperando alcanzar aquello para lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí. Filipenses 3:12.
Lectura: Filipenses 3:1-21.
Versículo del día: Filipenses 3:12.
MEDITACIÓN DIARIA
Muchas personas creen que por ser cristianos ya somos
perfectos y les queda fácil criticarnos o estar pendientes de cualquier
altibajo para caernos encima y señalarnos. Así no es. Los cristianos estamos en
un proceso de formación cada día; por eso dice Filipenses 1:6 que el Señor irá
completando la buena obra que empezó hasta el día de Cristo Jesús.
Lo importante es no dejarnos intimidar por sus palabras y
continuar como nos dice aquí el apóstol Pablo: “esperando alcanzar aquello para
lo cual Cristo Jesús me alcanzó a mí”. Esa es nuestra meta verdadera. Todo lo
demás que el mundo nos critica o juzga no importa; tenemos que poner la mirada
en lo que será nuestra morada eterna; en lo feliz que estaremos al lado del
Señor Jesús. En saber que Él enjugará
toda lágrima que brote de nuestros ojos (Apocalipsis 21:4).
Avancemos seguros hacia la meta; no nos detengamos. Ninguna
alegría de las experimentadas aquí, será mayor que la que nos espera; y ningún
sufrimiento o aflicción podrá aplacar esa bendita esperanza. Lo cierto es que
vamos camino hacia la patria celestial. “Más bien, una cosa hago: olvidando lo
que queda atrás y esforzándome por alcanzar lo que está delante, sigo avanzando
hacia la meta para ganar el premio que Dios ofrece mediante su llamamiento
celestial en Cristo Jesús” (vv. 13-14 en la lectura).
Amado Señor: Muchas gracias por tu fidelidad. Gracias por la
promesa de una nueva vida eterna Contigo. Gracias porque nada detendrá la
marcha hacia la patria celestial. Enséñanos buen Señor a andar en integridad
mientras llegamos a nuestra morada eterna y gozar por siempre a tu lado.
Un abrazo y bendiciones.
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