Por la mañana, Señor, escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos, y quedo a la espera de tu respuesta. Salmo 5:3.
Lectura: Salmo 5:1-12. Versículo
del día: Salmo 5:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Si hay un momento
especial para hablar con Dios es en las mañanas. Por eso, aunque para muchos es
difícil levantarse temprano, vale la pena buscar ese tiempo para presentarnos
delante de Él y hablarle con la mayor confianza y sinceridad. Decirle por
ejemplo: —¡Buenos días, Papito amado! ¿Cómo estás
hoy mi Señor? Ya sé Papito. Estás dolido de ver el caos mundial a causa de la
indiferencia hacia ti. Tienes toda la razón. Yo quiero decirte que me perdones
por no compartir lo que me has enseñado con tantos que van vagando por las
calles, sin rumbo fijo. También deseo contarte que ayer fue un día maravilloso
para mí. Te doy gracias por tantas bendiciones con las que a diario me
consientes—.
Después de saludarlo, si entrar a comentarle nuestras preocupaciones
y acordarnos de las peticiones por las que nos han pedido oración.
Yo personalmente creo, que entre más descomplicado lo
hagamos, más fácil y eficiente será nuestra oración de la mañana y muy
seguramente se convertirá en un dialogo perfecto. Les dejo esta reflexión para
que la mediten y si les parece la tomen en cuenta para iniciar el día de la
mano de quien debemos tomarla.
Amado Señor: Gracias por ser tan especial y por enseñarnos a
hablarte cara a cara como al mejor Amigo del mundo. Permite que busquemos tu
rostro en las mañanas antes de iniciar cualquier otra labor para tener la
certeza de que iremos en el día, cogidos de tu mano ¡Gloria a Ti Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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