Cuando los fundamentos son destruidos, ¿qué le queda al justo? Salmo 11:3.
Lectura: Salmo
11:1-7. Versículo del día: Salmo 11:3.
MEDITACIÓN DIARIA
Creo que esta pregunta
es la que rebota con frecuencia en nuestro pensamiento viendo el mundo actual
en que vivimos. ¿Cómo enfrentarnos a tantos dardos que lanza el enemigo? Cada
día es más la maldad, el resentimiento y los odios. Estamos en una época donde
la vida humana no vale nada; donde hay que llamar a lo bueno malo y viceversa.
Vemos que se quiere abolir el matrimonio impuesto por Dios, que la unidad
familiar ya no existe y menos el respeto a los mayores y autoridades. Que ya se
les exige a los padres no educar a sus hijos y con mayor razón se les prohíbe a
los profesores y educadores.
¿Entonces, en qué
estamos? Exactamente en lo que dice el versículo del día: los fundamentos están
destruidos.” ¿Pero cómo cristianos qué podemos hacer? Hay que responder con valor y en mi concepto,
es cuando la Iglesia de Dios se debe manifestar. Al respecto, me alegra mucho
que en mi país, Colombia, se organizó el llamado plantón en todas las ciudades,
donde salieron miles de personas para rechazar unas cartillas que quiere
imponer desde la educación infantil, la equidad de género o la identidad
sexual. Aunque los medios de comunicación a este apoteósico acontecimiento no
le dieron la más mínima trascendencia (era de esperarse), las redes sociales sí
mostraron al mundo y a la nación, que todavía se tienen principios morales para
decir ‘no’ a las normas que van en contra de lo establecido por Dios.
Es mi parecer en cuanto
al aumento del homosexualismo, que muchos jóvenes lo hacen porque es lo que
está de moda; por no quedarse atrás de sus amigos o porque si no lo aceptan,
qué van a decir o pensar los de su clan. Entonces, es el momento para ir en
busca de ellos y compartirles el mensaje de las Buenas Nuevas del Señor
Jesucristo. Tenemos mucho por hacer; no desperdiciemos el tiempo mis hermanos.
Pongamos manos a la obra para que como justos, los fundamentos no se sigan
destruyendo.
Amado Señor: Gracias
porque al igual que Tú nos lo enseñaste amamos al pecador pero no su pecado. Te
rogamos que antes de criticar nos des valor y osadía para ir a hablar de Ti a
tantos que van vagando sin rumbo fijo en este mundo. Danos también el coraje
necesario para pararnos delante de quien sea y podamos defender nuestra fe tal
como lo dice tu Palabra. ¡Te amamos buen Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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