Dichoso el hombre que no sigue el consejo de los malvados, ni se detiene en la senda de los pecadores ni cultiva la amistad de los blasfemos, sino que en la ley del Señor se deleita, y día y noche medita en ella. Salmo 1:1-2.
Lectura: Salmo
1:1-6. Versículos del día: Salmo 1:1-2.
MEDITACIÓN DIARIA
Dichoso es sinónimo de
bienaventurado y bienaventurado triplemente dichoso. Es como un juego de
palabras, pero es para ilustrar un poco lo que significa ser ‘bienaventurado’.
Y así es la persona que no se deja llevar por los amigos del mundo; aquella que
ni siquiera los busca porque es prudente y sabia. “sino que en la ley del Señor
se deleita, y día y noche medita en ella”.
La ley del Señor está
escrita en su Palabra y es esta bendita Palabra la que nos permite estar
siempre de pie ante Él. Para esto tenemos que aprender no solamente a leer Las
Escrituras, sino también es muy importante meditarla, aprenderla y compartirla.
Cuando meditamos en algo, como por ejemplo, un encuentro con un ser querido,
digerimos los pensamientos una y otra vez y muy seguramente llegaremos a
concluir que jamás se nos olvidará aquello en que meditamos. Entonces,
exactamente nos ocurre con la Palabra de Dios. Hay que escribirla en nuestro
corazón. Saber que la amamos y que está ahí para sacarle el mayor provecho. ¿Qué
fruto obtendremos al meditarla? “Es como el árbol plantado a la orilla de un
río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo
cuanto hace prospera!” (v. 3). Y de encime tendremos otra bendición, porque
aparte de revitalizarnos y confortarnos, estaremos prosperando en todo cuanto
hagamos. ¡Bendito sea el Señor!
Así que si queremos
bendición tras bendición ya sabemos lo que nos corresponde hacer: tomar la
Palabra y meditarla tanto de día como de noche; ¡abundantemente. Hasta
saciarnos!
Amado Señor: Tu Palabra
es la fuente inagotable de vida y queremos que esa vida sea cada vez más
fructífera en nosotros. Enséñanos a meditar en ella momento a momento para guardarla
en nuestro corazón, y para ir a hacer discípulos con fruto que perdure y sea de
tu agrado. ¡Muchas gracias mi Señor!
Un abrazo y bendiciones.
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