No obstante, José insistió: —¡Acérquense! Cuando ellos se acercaron, él añadió: —Yo soy José, el hermano de ustedes, a quien vendieron a Egipto.Génesis 45:4.
Lectura: Génesis
45:1-30. Versículo del día: Génesis
45:4.
MEDITACIÓN DIARIA
¡Cuántos pensamientos
cruzarían por la mente de los hermanos de José cuando supieron que José era el hermano
maltratado y vendido por ellos mismos! José teniendo en cuenta esto les dice: “Pero
ahora, por favor no se aflijan más ni se reprochen el haberme vendido, pues en
realidad fue Dios quien me mandó delante de ustedes para salvar vidas” (v. 5).
José: un hombre que confiaba plenamente en el Dios que su padre le enseñó y que
sabía con certeza que cada paso que daba estaba dirigido por su mano. El caso
de José es muy parecido al de Ester. A ambos Dios los coloca en elevadas posiciones
con un fin específico: “Por eso Dios me envió delante de ustedes: para
salvarles la vida de manera extraordinaria y de ese modo asegurarles
descendencia sobre la tierra. Fue Dios
quien me envió aquí, y no ustedes. Él me ha puesto como asesor del faraón y
administrador de su casa, y como gobernador de todo Egipto” (vv. 7-8). Después
de abrazar a sus hermanos y darles ropa nueva, José les ordena apurarse para
traer a su padre a Egipto. Con la benevolencia del faraón los despide con
presentes y carros para que Jacob, las mujeres y los niños puedan desplazarse
fácilmente (vv.14-24).
Es de admirar en José
su nobleza y humildad. En ningún momento les reprochó a sus hermanos su acción,
sino que obró exactamente como a Dios le gusta hacerlo: sin acordarse nunca más
de las transgresiones cometidas cuando hemos fallado y caído.
Por cosas mucho menores
hay hogares destruidos. La lección dejada por José es bien clara: ¿Estamos dispuestos
a perdonar totalmente a quienes nos atropellan o maltratan física o
psicológicamente? Sé que no es fácil pero Dios puede restaurar corazones y
vidas destrozadas. Hay que tener los ojos puestos firmemente en el Señor y su
Santo Espíritu se encargará de darnos el valor y la fortaleza para hacerlo.
Amado Señor: Te damos gracias
por tu Palabra y venimos a Ti a rogarte que nos enseñes a perdonar con la
humildad y compasión manifestada por José, que no es otra cosa que la reflejada
con tu amor en cada uno de los que te buscan sinceramente y acatan tu voluntad.
¡Gracias buen Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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