Para los judíos, aquél fue un tiempo de luz y de alegría, júbilo y honor. En cada provincia y ciudad adonde llegaban el edicto y la orden del rey, había alegría y regocijo entre los judíos, con banquetes y festejos. Y muchas personas de otros pueblos se hicieron judíos por miedo a ellos.Ester 8:16-17.
Lectura: Ester
8:1-17. Versículos del día: Ester
8:16-17.
MEDITACIÓN DIARIA
Después de haber pasado
por confusión, tristeza, llanto y creo que hasta rabia y dolor por la
injusticia contra todos los judíos que habitaban en Persia (Ester 3:12-15),
ahora, que ya no estaba el malévolo de Amán, se revocaron sus órdenes y fue directamente Mardoqueo con autorización
del rey Asuero quien las dictó y se escribieron los decretos a todas las
provincias con el sello del anillo real para que todos los judíos se
defendieran (vv. 9-14). Las ciudades del reino volvían a la normalidad y esto
era motivo de júbilo: “Convertiste mi lamento en danza; me quitaste la ropa de
luto y me vestiste de fiesta, para que te cante y te glorifique, y no me quede
callado. ¡Señor mi Dios, siempre te daré gracias!” (Salmo 30:11-12). Mardoqueo
supo ser agradecido con Dios; instituyó la fiesta de Purim recordando “el
tiempo en que los judíos se libraron de sus enemigos, y como el mes en que su
aflicción se convirtió en alegría, y su dolor en día de fiesta” (Ester 9:22).
Dios, directamente es
el encargado de cambiar las lágrimas en sonrisas, el llanto en gozo; en vestirnos
con traje de fiesta para regocijarnos en su Nombre y ver su gloria en aquello
que tanto nos hizo sufrir. Las aflicciones, desilusiones, traiciones, Él las
tomará y aunque en esos momentos cruciales no veamos su mano por ninguna parte,
no quiere decir que nos haya abandonado; estará más pendiente de nosotros que
en cualquier otro tiempo. Nos corresponde estar completamente firmes, confiando
en sus promesas y esperando su respuesta. Y cuando todo cambie, cantarle y
glorificarle contando su victoria sobre nuestras vidas.
Amado Señor: Cada
lágrima que brota desde lo más íntimo de nuestro ser cuando la aflicción llega,
se convertirá en una perla de gozo y paz contigo. Gracias porque solo Tú sabes confrontar
nuestros problemas y darás la respuesta acertada y sabia a su debido tiempo.
Gracias porque nos vistes con trajes de fiesta y quitas el luto de nuestros
corazones. ¡Nos alegraremos y cantaremos exaltando tu gracia y poder!
Un abrazo y
bendiciones.
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