Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene.Salmo 3:5.
Lectura: Salmo
3:1-8. Versículo del día: Salmo 3:5.
MEDITACIÓN DIARIA
Dice el Salmo 4: 8 que
nos acostaremos en paz y dormiremos en paz porque dormiremos confiados. Considero
que el sueño es una muestra de la confianza en el Señor. La persona que se
acuesta y duerme tranquila es porque no tiene nada que temer. Es porque sabe
que si hay dificultades, precisamente es el mismo Señor quien estará pendiente de
todas ellas. El dormir sin ningún temor también es una consecuencia de la
obediencia a Dios (Deuteronomio 26:6). No dormir tiene efectos sobre los
reflejos, el estómago e incluso sobre la masa corporal, además de afectarse la
presión arterial y darle paso al alzheimer y a la demencia dicen los expertos en salud. “Al
acostarte, no tendrás temor alguno; te acostarás y dormirás tranquilo”. Proverbios
3:24.
Analicemos nuestra vida
y saquemos conclusiones sobre lo que nos quita el sueño. Quizá pueda ser un
exceso de laboriosidad, que entre otras también es pecado porque no estamos
cuidando el cuerpo como debería ser. Recordemos que nuestro cuerpo es templo y
morada del Espíritu Santo (1 Corintios 3:16) y hay que preservarlo tanto con la
comida como con el ejercicio y el descanso. Si son las deudas, las preocupaciones
del diario vivir, los fracasos que se tienen o una enfermedad, pongamos todo
esto en las manos de nuestro Amado Dios para que sea Él mismo tomando el
control y dándonos la paz suya que sobrepasa todo entendimiento, guardando
nuestros corazones y mente en Cristo Jesús (Filipenses 4:7).
Amado Señor: Gracias
por el descanso que nos das a diario; también en él queremos darte la gloria
porque sabemos que eres Tú quien vigilas nuestro sueño y no das el reposo para
tomar nuevas fuerzas y levantarnos restablecidos en cuerpo, alma y espíritu. Gracias
porque el dormir en paz es una bendición más de las que nos sueles ofrecer.
Un abrazo y
bendiciones.
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