sábado, 28 de febrero de 2015

Corazones endurecidos por la soberbia




Pero te he dejado con vida precisamente para mostrarte mi poder, y para que mi nombre sea proclamado por toda la tierra. 
Éxodo 9:16.


Lectura: Éxodo 9:13-31.  Versículo del día: Éxodo 9:16.

MEDITACIÓN DIARIA
Dios continúa enviando las plagas sobre Egipto para demostrarle al faraón, a sus funcionarios y al pueblo en general que no hay otro como Él (v. 14).  Sin embargo el Señor tuvo misericordia porque muy bien podía haberle quitado la vida al faraón pero no lo hizo precisamente para mostrar su poder ante los egipcios y para que el mundo conociera su nombre.
En la vida de las personas sucede algo similar: el Señor los toma y de una manera u otra los busca así sea con aflicciones para que ellos por fin volteen los ojos hacia Él y ablanden su corazón. Muchas veces sucede todo lo contrario: se van lanza en ristre contra Dios y en nada se percatan que es un llamado a dejar el mal camino y entregarse a su Hacedor. En otras ocasiones su vida pende de un hilo nada más; pero el Señor en su infinita misericordia los rescata del sepulcro manifestando su poder y gloria.  La ingratitud y el olvido pronto llegan; la gloria se la dan a otro o a sus propios méritos dejando de lado al Autor de sus vidas. Al soberbio le es difícil reconocer la primacía de alguien superior a él; le cuesta trabajo pedir perdón y por consiguiente perdonar.
Que la lección nos sirva para no dejar endurecer el corazón de tal manera que el orgullo y la vanagloria sean los ejes que dominen nuestras actitudes. “Delante de la destrucción va el orgullo, y delante de la caída, la altivez de espíritu” (Proverbios 16:18 Biblia de las Américas); “No te vuelvas orgulloso ni olvides al Señor tu Dios, quien te sacó de Egipto, la tierra donde viviste como esclavo” (Deuteronomio 8:14)

Amado Señor: El corazón endurecido no es solamente de los que están afuera; dentro de tu Iglesia también se percibe lo mismo. Te rogamos que tanto en los unos como en los otros despliegues tu poder, para que esos corazones sean ablandados con la misericordia y el amor que siempre nos demuestras. Recuérdanos de dónde nos sacaste y libraste, para que la soberbia no haga estragos en nosotros y reconozcamos que eres Excelso por encima de quien sea.

Un abrazo y bendiciones.

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