—Sin duda estamos sufriendo las consecuencias de lo que hicimos con nuestro hermano. Aunque vimos su angustia cuando nos suplicaba que le tuviéramos compasión, no le hicimos caso. Por eso ahora nos vemos en aprietos.Génesis 42:21.
Lectura: Génesis
42:1-38. Versículo del día: Génesis
42:21.
MEDITACIÓN DIARIA
Los hermanos de José no
tuvieron la más mínima piedad ni escucharon sus ruegos cuando lo maltrataron y
vendieron a los madianitas que iban para Egipto. No pensaron por un momento en
la amargura de su padre y mucho menos en el Dios que conocían; su envidia y
odio los hizo actuar desmedidamente contra su propio hermano. Como Dios no se
queda con nada guardado, esta situación los hizo recapacitar y recordar su
pecado. “Porque tal como juzguen se les juzgará, y con la medida que midan a
otros, se les medirá a ustedes” (Mateo 7:2). Judá los persuadió de no matarlo
sino venderlo sin embargo, miremos lo que dice la Escritura: “Pues aunque
digas, «Yo no lo sabía», ¿no habrá de darse cuenta el que pesa los corazones? ¿No
habrá de saberlo el que vigila tu vida? ¡Él le paga a cada uno según sus
acciones!” (Proverbios 24:12); no por esta acción un poco más noble dejó de ser
también cómplice. “Tu maldad te castigará, tu infidelidad te recriminará. Ponte
a pensar cuán malo y amargo es abandonar al Señor tu Dios y no sentir temor de
mí —afirma el Señor, el Señor Todopoderoso—” (Jeremías 2:19).
A veces actuamos
plenamente convencidos que estamos obrando mal; otras porque creemos no saberlo
u omitimos callar o actuar. De todas maneras como nos lo afirma Proverbios, el
que pesa los corazones, ¿no habrá de saberlo? A Dios no le podemos ocultar
absolutamente nada y más bien, si hemos pecado, debemos pedir perdón al Señor
lo antes posible para poder continuar por el camino.
Amado Señor: Te pedimos
perdón por las ofensas cometidas hacia nuestro prójimo sean con pleno
consentimiento, por ignorancia o porque hemos debido hablar y no lo hicimos. Tu
Palabra dice que si confesamos nuestros pecados, Tú eres fiel y justo para perdonarnos
y limpiarnos de toda culpa. Recibimos tu perdón y te damos muchas gracias buen
Dios.
Un abrazo y bendiciones.
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