—Ve de inmediato —le dijo el rey a Amán—, toma la vestidura y el caballo, tal como lo has sugerido, y haz eso mismo con Mardoqueo, el judío que está sentado a la puerta del rey. No descuides ningún detalle de todo lo que has recomendado.Ester 6:10.
Lectura: Ester
6:1-14. Versículo del día: Ester 6:10.
MEDITACIÓN DIARIA
¿Cómo sería el asombro
de Amán, al recibir la orden de ir a honrar al hombre que él deseaba matar. Su
prepotencia y orgullo lo condujo a aconsejarle al rey lo que deseaba, pensando que
todo sería para su exaltación. “El que en integridad camina será salvo; Mas el
de perversos caminos caerá en alguno” (Proverbios 28:18 RVR1960).
Muy sabias las palabras
de sus consejeros y esposa: “—Si Mardoqueo, ante quien has comenzado a caer, es
de origen judío, no podrás contra él. ¡Sin duda acabarás siendo derrotado!” (v.
13 en la lectura). Sin titubeo alguno el Señor siempre volverá por los suyos.
Antiguamente por los de su pueblo y
ahora también por los de su Iglesia. Cuidará de nosotros como se lo prometió a
Josué (Josué 1:5); como lo hizo con Job (Job 10:12); como lo declaró a través de los profetas: “No
prevalecerá ninguna arma que se forje contra ti; toda lengua que te acuse será
refutada. Ésta es la herencia de los siervos del Señor, la justicia que de mí
procede —afirma el Señor —” (Isaías 54:17); “Montaré guardia junto a mi casa para
que nadie entre ni salga. ¡Nunca más un opresor invadirá a mi pueblo, porque
ahora me mantengo vigilante!” (Zacarías 9:8). Ahora somos sus hijos, por consiguiente
formamos parte de la familia celestial y sus promesas no se hacen esperar. En la Carta de Pablo a los tesalonicenses se
nos asegura: “Pero el Señor es fiel, y él los fortalecerá y los protegerá del
maligno” (2 Tesalonicenses 3:3). El Señor no miente; sus promesas son “Sí”, para
responder nosotros “Amén”. Quien se mete
con un hijo de Dios, sufrirá las consecuencias.
Amado Señor: Gracias
porque en toda batalla que libremos, eres
Tú quien vas adelante peleando por nosotros y sacándonos avante. Gracias por tu
fidelidad y amor incomparables. Podemos andar seguros porque sabemos que nunca
nos dejarás ni nos abandonarás. Eres nuestra fortaleza y nuestro más alto
refugio. ¡Bendito eres Señor!
Un abrazo y
bendiciones.
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