viernes, 6 de septiembre de 2013

Si queremos bendición, necesitamos rendición




Naamán se enfureció y se fue, quejándose: ¡Yo creí que el profeta saldría a recibirme personalmente para invocar el nombre del Señor su Dios, y que con un movimiento de la mano me sanaría de la lepra! 
2 Reyes 5:11.


Lectura: 2 Reyes 5:1-19.  Versículo del día: 2 Reyes 5:11.

MEDITACIÓN DIARIA

Naamán era un hombre prestigioso en Siria; era el jefe del ejército del rey y por consiguiente, influyente. Este hombre tenía lepra y por insinuación de una muchacha israelita, resultó yendo a Samaria para que el profeta Eliseo lo sanara de la lepra.  Eliseo muy tranquilo, no salió a recibirlo sino que le mandó la razón que fuera a bañarse al río Jordán y se zambullera allí siete veces, entonces quedaría limpio.  Esto le pareció tonto e irónico a Naamán y protestó diciendo: “¿Acaso los ríos de Damasco, el Abaná y el Farfar, no son mejores que toda el agua de Israel? ¿Acaso no podría zambullirme en ellos y quedar limpio? Furioso, dio media vuelta y se marchó” (v. 12).  Sus criados lo hicieron recapacitar y bajó al río y se sumergió siete veces como lo había mandado el profeta (vv. 13 y 14).  “¡Y su piel se volvió como la de un niño, y quedó limpio!” (v. 14b). Su sanidad, le permitió reconocer que no hay Dios igual al del pueblo de Israel y empezó a mirar a Dios con otros ojos, deseando ofrecerle holocaustos solo a Él (v. 17).
Meditando en la lectura podemos concluir varias cosas: una; que Dios a través de sus servidores, actúa, pero no al modo que nosotros impongamos, sino al suyo.  También aprendemos que la obediencia es indispensable para alcanzar los favores de Dios. Y la tercera es lo que sucede siempre: ‘Creo porque vi’.  De todas maneras, el Señor es tan misericordioso que acepta, así sea de ese modo, lleguemos a sus píes.
Aprendamos a no subvalorar los milagros del Señor. Que la lectura nos sirva para entender la soberanía de Dios y que ante Él no somos absolutamente nadie. Lo bonito sería creer porque simplemente Dios es el Todopoderoso, el Dios verdadero, y no necesitar de milagros para creer en Él; “dichosos los que no han visto y sin embargo creen”. (Juan 20:29b).

Amado Señor: Muchas gracias por permitirnos comprender que los hijos tuyos son instrumentos en tu mano y que a través de ellos te glorificas para dar a conocer tu Nombre.  Gracias porque tú eres el Amo y nosotros tus siervos; enséñanos a obedecerte con humildad para recibir tus favores.

Un abrazo y bendiciones.

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