Te tomé de los confines de la tierra, te llamé de los rincones más remotos, y te dije: ‘Tú eres mi siervo’. Yo te escogí; no te rechacé.Isaías 41:9.
Lectura: Isaías
41:8-16. Versículo del día: Isaías 41:9.
MEDITACIÓN DIARIA
La lectura nos habla en
especial sobre los que nos hacen guerra y tratan de hacernos el mal. El Señor
nos escogió para que fuésemos sus hijos y un padre siempre sale en favor de los
suyos. Si esto es así con los padres terrenales, ¿cómo no lo hará muchísimo
mejor, nuestro Padre celestial? Teniéndolo
a Él, tenemos todas las garantías y una de ellas es su protección: “Así que no
temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré
y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa” (v. 10). Además de su
protección, contamos con su respaldo. No tenemos por qué temer al que quiere
hacernos daño: “Todos los que se enardecen contra ti sin duda serán avergonzados
y humillados; los que se te oponen serán como nada, como si no existieran”
(v.11).
En todo campo que
estemos librando una batalla el Señor estará al frente del problema. Si es algo
concerniente con las finanzas, no temamos, al fin de cuentas el Señor es el
dueño de todo el oro y la plata del mundo (Hageo 2:8). Si corresponde con el
trabajo especialmente cuando la envidia sale a relucir: “serán como nada, como
si no existieran”; si es con el mismo vecino que tenemos al lado y nos hace la
vida imposible, de igual manera: “El malvado huye aunque nadie lo persiga”
(Proverbios 28:1a);
Si atañe con el cónyuge o hijos, tengamos la certeza que Él no se queda quieto.
Quizá no vemos nada positivo, pero el Señor estará moviendo cada una de sus
fichas en pro de ese hogar que vemos ya perdido; si Dios dijo que sería para
siempre, es para siempre; si dijo que cuidaría a nuestros hijos, creámosle.
Tengamos la certeza, que es el Señor mismo quien está guerreando por nosotros. Alguien solía decir una frase muy cierta: ‘Dios
y yo somos mayoría’ y así es; porque si Dios es por nosotros, ¿quién contra
nosotros?, dice la Escritura.
Confiemos plenamente en
el Dios que hemos creído, porque en la misma lectura, vuelve y nos recalca lo
mismo: “Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy
quien te dice: ‘No temas, yo te ayudaré’ (v. 13). Dejemos a Dios pelear
nuestras batallas.
Amado Señor: Tú vas
siempre delante de nosotros porque somos tus hijos y no cualquier clase de
hijo; somos tus escogidos. Permite que tu Santo Espíritu nos de sabiduría para
entender y confiar plenamente en tus promesas. Gracias porque tú mismo guerrearas
por nosotros las batallas y nos llevarás a la victoria.
Un abrazo y
bendiciones.
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