martes, 10 de septiembre de 2013

No hay enemigo que pueda aventajarle



Te tomé de los confines de la tierra, te llamé de los rincones más remotos, y te dije: ‘Tú eres mi siervo’. Yo te escogí; no te rechacé. 
Isaías 41:9.


Lectura: Isaías 41:8-16.  Versículo del día: Isaías 41:9.

MEDITACIÓN DIARIA

La lectura nos habla en especial sobre los que nos hacen guerra y tratan de hacernos el mal. El Señor nos escogió para que fuésemos sus hijos y un padre siempre sale en favor de los suyos. Si esto es así con los padres terrenales, ¿cómo no lo hará muchísimo mejor, nuestro Padre celestial?  Teniéndolo a Él, tenemos todas las garantías y una de ellas es su protección: “Así que no temas, porque yo estoy contigo; no te angusties, porque yo soy tu Dios. Te fortaleceré y te ayudaré; te sostendré con mi diestra victoriosa” (v. 10). Además de su protección, contamos con su respaldo. No tenemos por qué temer al que quiere hacernos daño: “Todos los que se enardecen contra ti sin duda serán avergonzados y humillados; los que se te oponen serán como nada, como si no existieran” (v.11).
En todo campo que estemos librando una batalla el Señor estará al frente del problema. Si es algo concerniente con las finanzas, no temamos, al fin de cuentas el Señor es el dueño de todo el oro y la plata del mundo (Hageo 2:8). Si corresponde con el trabajo especialmente cuando la envidia sale a relucir: “serán como nada, como si no existieran”; si es con el mismo vecino que tenemos al lado y nos hace la vida imposible, de igual manera: “El malvado huye aunque nadie lo persiga” (Proverbios 28:1a); Si atañe con el cónyuge o hijos, tengamos la certeza que Él no se queda quieto. Quizá no vemos nada positivo, pero el Señor estará moviendo cada una de sus fichas en pro de ese hogar que vemos ya perdido; si Dios dijo que sería para siempre, es para siempre; si dijo que cuidaría a nuestros hijos, creámosle. Tengamos la certeza, que es el Señor mismo quien está guerreando por nosotros.  Alguien solía decir una frase muy cierta: ‘Dios y yo somos mayoría’ y así es; porque si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?, dice la Escritura.
Confiemos plenamente en el Dios que hemos creído, porque en la misma lectura, vuelve y nos recalca lo mismo: “Porque yo soy el Señor, tu Dios, que sostiene tu mano derecha; yo soy quien te dice: ‘No temas, yo te ayudaré’ (v. 13). Dejemos a Dios pelear nuestras batallas.

Amado Señor: Tú vas siempre delante de nosotros porque somos tus hijos y no cualquier clase de hijo; somos tus escogidos. Permite que tu Santo Espíritu nos de sabiduría para entender y confiar plenamente en tus promesas. Gracias porque tú mismo guerrearas por nosotros las batallas y nos llevarás a la victoria.

Un abrazo y bendiciones.

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