Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor. ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro.Apocalipsis 2:4-5.
LECTURA
Apocalipsis 2:1-7. Versículos del día: Apocalipsis 2:4-5.
MEDITACIÓN DIARIA
Cuando recibimos al Señor en
nuestra vida y notamos el cambio tan eficaz en nosotros, queremos gritar con
todas las fuerzas en quién hemos creído, y deseamos hacer lo mejor para no
desagradar a Dios. Con el tiempo este primer amor se va
aplacando y llega el momento en que empezamos a ver la vida cristiana, como
algo rutinario y religioso, y así no es. “Ve y proclama a
oídos de Jerusalén que así dice el Señor: Recuerdo
el amor de tu juventud, tu cariño de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras
no cultivadas” (Jeremías 2:2).
¿Cómo es ese
primer amor? Es aquel que no hace notar
obstáculos ni irregularidades, sino donde todo es color de rosa porque en cada
flor brota una canción. Es aquel donde el sol, la luna y las estrellas
resplandecen por agite del corazón y los minutos corren al lado del ser que se
ama cuando están juntos, pero que se eternizan en las separaciones. Si todas estas emociones suceden entre
humanos, ¿cuántas no serán por nuestro Amado Señor? Recién convertidos, queremos saber más y más,
y nuestro deseo es que muchos conozcan también a Aquel que puede cambiar lo
oscuro en claridad y deseamos que todos puedan vivir el amor de Dios tal como
lo estamos viviendo. Nada importa con tal de estar a su lado: “Tu cariño de
novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas”. Ese primer amor es el que el Señor demanda
que no olvidemos.
Infortunadamente,
el mundo que nos envuelve está contaminado y en ocasiones pareciese que por
esta causa el amor de muchos se congela (Mateo 24:12), al punto de olvidar a
quien nos ha amado sin pedir nada a cambio.
Reflexionemos y si se está pasando por esta situación, volvamos a
recordar de dónde nos sacó el Señor y cómo ha sido su fidelidad guardándonos y
guiándonos con su mano victoriosa. La vida cristiana es un modo de vida donde
el Señor Jesucristo es el eje principal y su amor fluye por su gracia. Día a día hay que ir cultivando ese
amor, regándolo con oración y abonándolo con su rica Palabra.
Amado
Señor: Perdónanos por ser tan sutiles; por no apreciar como deberíamos, el amor
por el cual te entregaste en una cruz humillante. Queremos volver a ese primer amor contigo
Señor y experimentar tu presencia nuevamente en el color de las aves, en el
olor de las flores y en el suave murmullo de las aguas.
Un abrazo y
bendiciones.
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