lunes, 2 de septiembre de 2013

Renovar su amor embriagador




Sin embargo, tengo en tu contra que has abandonado tu primer amor.  ¡Recuerda de dónde has caído! Arrepiéntete y vuelve a practicar las obras que hacías al principio. Si no te arrepientes, iré y quitaré de su lugar tu candelabro. 
Apocalipsis 2:4-5.


LECTURA

Apocalipsis 2:1-7.  Versículos del día: Apocalipsis 2:4-5.

MEDITACIÓN DIARIA

Cuando recibimos al Señor en nuestra vida y notamos el cambio tan eficaz en nosotros, queremos gritar con todas las fuerzas en quién hemos creído, y deseamos hacer lo mejor para no desagradar  a Dios.  Con el tiempo este primer amor se va aplacando y llega el momento en que empezamos a ver la vida cristiana, como algo rutinario y religioso, y así no es. “Ve y proclama a oídos de Jerusalén que así dice el Señor: Recuerdo el amor de tu juventud,    tu cariño de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas” (Jeremías 2:2).
¿Cómo es ese primer amor?  Es aquel que no hace notar obstáculos ni irregularidades, sino donde todo es color de rosa porque en cada flor brota una canción. Es aquel donde el sol, la luna y las estrellas resplandecen por agite del corazón y los minutos corren al lado del ser que se ama cuando están juntos, pero que se eternizan en las separaciones.  Si todas estas emociones suceden entre humanos, ¿cuántas no serán por nuestro Amado Señor?  Recién convertidos, queremos saber más y más, y nuestro deseo es que muchos conozcan también a Aquel que puede cambiar lo oscuro en claridad y deseamos que todos puedan vivir el amor de Dios tal como lo estamos viviendo. Nada importa con tal de estar a su lado: “Tu cariño de novia, cuando me seguías por el desierto, por tierras no cultivadas”.  Ese primer amor es el que el Señor demanda que no olvidemos.
Infortunadamente, el mundo que nos envuelve está contaminado y en ocasiones pareciese que por esta causa el amor de muchos se congela (Mateo 24:12), al punto de olvidar a quien nos ha amado sin pedir nada a cambio.  Reflexionemos y si se está pasando por esta situación, volvamos a recordar de dónde nos sacó el Señor y cómo ha sido su fidelidad guardándonos y guiándonos con su mano victoriosa. La vida cristiana es un modo de vida donde el Señor Jesucristo es el eje principal y su amor fluye por su gracia. Día a día hay que ir cultivando ese amor, regándolo con oración y abonándolo con su rica Palabra.

Amado Señor: Perdónanos por ser tan sutiles; por no apreciar como deberíamos, el amor por el cual te entregaste en una cruz humillante.  Queremos volver a ese primer amor contigo Señor y experimentar tu presencia nuevamente en el color de las aves, en el olor de las flores y en el suave murmullo de las aguas.

Un abrazo y bendiciones.

No hay comentarios: