Digno eres de recibir el rollo escrito y de romper sus sellos, porque fuiste sacrificado, y con tu sangre compraste para Dios gente de toda raza, lengua, pueblo y nación.Apocalipsis 5:9.
Lectura:
Apocalipsis 5:1-14. Versículo del día:
Apocalipsis 5:9.
MEDITACIÓN
DIARIA
A la
pregunta del ángel sobre quién era digno de abrir el rollo que tenía en la mano
Dios Padre, y no encontrar a nadie que lo mereciera, el apóstol Juan se pone a
llorar (vv. 2-4). Uno de los ancianos
dijo entonces: “¡Deja de llorar, que ya el León de la tribu de Judá, la Raíz de
David, ha vencido! Él sí puede abrir el rollo y sus siete sellos” (v. 5). El
único que es digno de recibir el rollo y de romper sus sellos es el Cordero
inmolado porque con su sangre redimió a toda la humanidad sin distingo de raza,
lengua, o nación. La salvación es para todos por igual y está dispuesta para
quien quiera acogerse a ella y no la desprecie.
Un regalo tan grande no es para dejarlo a un lado, o para tenerlo como
fetiche. La salvación es creer que el Señor
Jesucristo es el Cordero sacrificado y que solo bastó ese sacrificio de una vez
y para siempre (Hebreos 9:26b), sin necesidad de practicar algún otro. Por eso mismo, los que lo conocemos y creemos
en Él debemos adorarle como lo merece: “¡Al que está sentado en el trono y al
Cordero, sean la alabanza y la honra, la gloria y el poder, por los siglos de
los siglos!” (Apocalipsis 5:13).
La
pleitesía, alabanza, adoración y honra no son solamente por un ratico ni día en
especial; es cuestión de todos los días y a todas horas. Nuestro deber es unirnos a la multitud de
ángeles para proclamarlo como lo hacen
ellos, si en verdad, tenemos en alta estima tan inigualable holocausto: “¡Digno
es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la
sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!” (v. 12).
Amado
Señor: Tú eres el Cordero inmolado por nuestros pecados. Muchas gracias porque
eres el único digno de abrir el rollo. Tú mereces todo el poder, la riqueza,
sabiduría honra, gloria y alabanza. Gracias porque en tu sangre derramada
incluías completamente al género humano sin distingos de ninguna clase, para
que de igual forma todos alcancen la salvación.
Un abrazo
y bendiciones.
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