Ustedes traen animales ciegos para el sacrificio, y piensan que no tiene nada de malo; sacrifican animales cojos o enfermos, y piensan que no tiene nada de malo. ¿Por qué no tratan de ofrecérselos a su gobernante? ¿Creen que estaría él contento con ustedes? ¿Se ganarían su favor? —dice el Señor Todopoderoso—.Malaquías 2:8.
Lectura: Malaquías
2:6-14. Versículo del día: Malaquías 2:8.
MEDITACIÓN DIARIA
Nuestro corazón debe de
estar dispuesto para dar al Señor lo mejor que tenemos. En la lectura Dios a través del profeta
Malaquías, le hace ver al pueblo de Israel la clase de ofrendas que ellos consideraban
estaban bien, pero no; es que en ellos ya existía una apatía y desdén por los
sacrificios que ofrecían al Señor, que poco les importaba no cumplir con lo que
prometían. Le dedicaban un animal en
buen estado y a la hora de la verdad, le ofrecían un animal mutilado. El Señor
les pregunta: “El hijo honra a su padre y el siervo a su señor. Ahora bien, si
soy padre, ¿dónde está el honor que merezco? Y si soy señor, ¿dónde está el
respeto que se me debe?” (v. 6).
En este tiempo no
ofrecemos ni machos cabríos, ni corderos, ni ningún otro animal; pero bien
estaría tomar esta amonestación directa del Señor para reflexionar y meditar si
en verdad nosotros, cuando ofrecemos algo, lo damos desinteresadamente y en
óptimas condiciones. Ejemplos tenemos en
cantidades empezando porque inclusive con los mismos diezmos y ofrendas, muchas
veces se dan con desagrado, y no como lo primero, sino como si fuera más bien
una limosna. El Señor no es un pordiosero. En otras ocasiones, cuando se piden
colaboraciones especiales por algún desastre y se recoge ropa, alimentos o
medicinas, se aprovecha la ocasión para salir de lo viejo, de lo que ya no
sirve, y lo que se ofrece viene a ser lo deshecho. Recordemos lo que el Señor dijo: “Les aseguro
que todo lo que hicieron por uno de mis hermanos, aun por el más pequeño, lo
hicieron por mí”. (Mateo 25:40).
Como pregunta el
versículo del día: “¿Por qué no tratan de ofrecérselos a su gobernante? ¿Creen
que estaría él contento con ustedes? ¿Se ganarían su favor? Cuestionémonos: acaso el Señor que es el Dios
verdadero, el Rey de reyes, el Señor de señores, ¿no merece que le honremos
muchísimo mejor que a un humano?
Amado Señor: Enséñanos
a brindarte lo mejor que poseemos y no migajas. También enséñanos a dar al prójimo pensando que lo hacemos como para ti. Gracias porque tú bendices al
dador alegre.
Un abrazo y
bendiciones.
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