Pero Ezequías no correspondió al favor recibido, sino que se llenó de orgullo. Eso hizo que el Señor se encendiera en ira contra él, y contra Judá y Jerusalén.2 Crónicas 32:25.
Lectura: 2 Crónicas
32:24-26. Versículo del día: 2 Crónicas
32:25.
MEDITACIÓN DIARIA
Ezequías fue un rey de
Judá que en general agradó a Dios. Sin
embargo, quizá todo lo que el Señor hizo por él y su reino, como la liberación
del pueblo de Judá de las manos del rey de Senaquerib de Asiria; la sanación de
su cuerpo cuando estaba a puto de morir junto con la señal admirable, le
subieron los humos y su corazón se llenó de presunción.
No hay que olvidar los
favores recibidos. Al revés, como
muestra de agradecimiento deberíamos ser más fieles con el Señor porque nos
puede suceder igual que a Ezequías, y Dios nos quitará la mirada de encima
viniendo sobre nosotros y sobre los nuestros diferentes clases de problemas. No
solamente las consecuencias cayeron en el rey sino también arrastró a todo Judá
y a la ciudad de Jerusalén.
Dice el versículo
siguiente que: “Luego Ezequías, junto con los habitantes de Jerusalén, se arrepintió
de su orgullo, y mientras él vivió, el Señor no volvió a derramar su ira contra
ellos” (v. 26). Bueno, su decisión de arrepentirse por lo menos le dio un nuevo
respiro al rey mientras vivió, pero las consecuencias quedaron.
El orgullo viene a ser
como la cascarita que pone el enemigo para que dejemos de exaltar el nombre del
Señor y nos apropiemos de los favores con los que Dios nos ha bendecido.
Pidámosle al Señor que nos dote de un corazón humilde y agradecido. Bajo ninguna
circunstancia creamos que todo ha sido obra nuestra. No le robemos la honra y gloria a Dios quien
es el único merecedor de recibirla.
Amado
Señor: Te damos gracias por tantas veces que nos has mirado con compasión y
misericordia. Te rogamos que nos enseñes en toda ocasión a ver tu mano poderosa
y no atribuirnos lo que tu grandeza ha hecho en nuestras vidas.
Un abrazo y
bendiciones.
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