lunes, 21 de enero de 2013

Usando para bien las palabras



Jesús llamó a la multitud y dijo: —Escuchen y entiendan.  Lo que contamina a una persona no es lo que entra en la boca sino lo que sale de ella. 
Mateo 15:10-11.


Lectura: Mateo 15:1-20. Versículos del día: Mateo 15:10-11.

MEDITACIÓN DIARIA

Sí, definitivamente el Señor me habla seguido sobre controlar la lengua. Aparte de que es un mal que invade todos los círculos sociales, siendo sincera yo también necesito mucho todavía al respecto.  La predicación de ayer en la iglesia a la que asisto, fue precisamente sobre el poder de la palabra, y de verdad, qué débiles somos para pecar y dejarnos llevar por la lengua sin darnos cuenta de todo lo que vamos arrastrando a nuestro paso.
Al Señor le reclamaban los fariseos que sus discípulos no se bañaran las manos antes de comer y Él aprovecha la ocasión para que entiendan que “lo que contamina a una persona no es lo que entra en la boca sino lo que sale de ella”. ¿Por qué?   Porque del corazón salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, la inmoralidad sexual, los robos, los falsos testimonios y las calumnias.  Éstas son las cosas que contaminan a la persona, y no el comer sin lavarse las manos” (vv. 19-20).  Dice el Salmo 15:1-3 que una de las condiciones para habitar en el santuario es tener un corazón veraz, no calumniar con la lengua, ni hacerle mal al prójimo. La Nueva Traducción Viviente va más al grano: “los que dicen la verdad con corazón sincero.  Los que no se prestan al chisme ni le hacen daño a su vecino, ni hablan mal de sus amigos”.
Para meditar: Si de verdad queremos estar en su presencia, aprendamos a no mover la lengua más allá de lo necesario. Recordemos las palabras de Santiago: La lengua hace alarde de grandes hazañas y siendo tan pequeña, incendia un gran bosque, contamina todo el cuerpo y prende fuego a todo el curso de la vida. Es difícil de domar y un mal irrefrenable lleno de veneno mortal (Santiago 3:5-9 parafraseando personalmente).
“Todos fallamos mucho. Si alguien nunca falla en lo que dice, es una persona perfecta, capaz también de controlar todo su cuerpo” (Santiago 3:2).

Señor: Permite que de nuestros labios solo broten palabras de vida y que de nuestra fuente  destile únicamente agua dulce, clara y limpia.

Un abrazo y bendiciones. 

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