domingo, 6 de enero de 2013

Llamado al arrepentimiento



Vengan, pongamos las cosas en claro —dice el Señor—. ¿Son sus pecados como escarlata?   ¡Quedarán blancos como la nieve! ¿Son rojos como la púrpura? ¡Quedarán como la lana! 
Isaías 1:18.


Lectura: Isaías 1:2-23.   Versículo del día: Isaías 1:18.

MEDITACIÓN DIARIA

A través del profeta Isaías, Dios demuestra su angustia por el hombre pecador.  Se da cuenta de sus actos malvados y le hace ver cuánto lo ha amado, cuánto ha velado por él: “Así dice el Señor: Yo crié hijos hasta hacerlos hombres, pero ellos se rebelaron contra mí.  El buey conoce a su dueño y el asno el pesebre de su amo;  ¡pero Israel no conoce, mi pueblo no entiende!” (vv.2-3).  Ahora su iglesia es su “Israel”, su pueblo, las ovejas de su prado que poco han aprendido a valorar el sacrificio de la cruz.
Estamos viviendo los mismos tiempos de la antigüedad: los valores se han perdido, el pudor desaparecido y el respeto ya no existe.  Desde los altos dirigentes hasta el de condición más humilde, busca siempre sacarle partido a lo que se le presente así sea pasando por encima de los demás, con tal de lograr su cometido: “Tus gobernantes son rebeldes, cómplices de ladrones; todos aman el soborno y van detrás de las prebendas. No abogan por el huérfano,
ni se ocupan de la causa de la viuda” (v.23).
“¿Para qué recibir más golpes? ¿Para qué insistir en la rebelión? Toda su cabeza está herida, Todo su corazón está enfermo. Desde la planta del pie hasta la coronilla no les queda nada sano: todo en ellos es heridas, moretones, y llagas abiertas, que no les han sido curadas ni vendadas, ni aliviadas con aceite” (vv.5-6).  Cuando el Señor llamó a Saulo de Tarso (Pablo), le dijo lo mismo: “¿Qué sacas con darte cabezazos contra la pared?” (Hechos 26:14).  Hoy esta palabra es para ti: ¿Qué sacas tú con rebelarte contra el Altísimo?  Ya es tiempo de dar marcha atrás y cambiar de actitud.  El Señor llama a reflexionar a cada uno sobre su comportamiento y que las cosas queden en claro.  Su preciosa sangre vino a limpiar el pecado más oscuro y dejarlo como blanca lana.  Hay que aceptar su llamado al arrepentimiento y permitirle curar las heridas.

Amado Señor: Cansados de ir por el camino equivocado, venimos escuchando tu llamado.  Gracias por instruirnos en tu verdad. Queremos no solo aprender de ti sino estar contigo para hacer tu voluntad. Te pedimos perdón por ofenderte. Lávanos y límpianos de toda maldad con tu bendita sangre.

Un abrazo y bendiciones.

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