viernes, 20 de enero de 2012

Para todos igual

Amigo no estoy cometiendo ninguna injusticia contigo. ¿Acaso no aceptaste trabajar por esa paga? Tómala y vete. Quiero darle al último obrero contratado lo mismo que te di a ti.
Mateo 20:13-14.

Lectura diaria: Mateo 20:1-16. Versículos principales: Mateo 20:13-14.

REFLEXIÓN

Gracias a Dios el Señor nos mira a todos del mismo modo. A través de la parábola de los viñadores nos deja una gran lección que a veces mucha falta nos hace, ya que somos dados a criticar y hablar más de la cuenta. Para el dueño de ese viñedo, valía igualmente el trabajo realizado por el que llegó a las ocho de la mañana, como del que llegó a las cinco de la tarde; ese fue su convenio (vv. 7-7). Sin embargo, los que llegaron temprano estaban murmurando contra el propietario sin ninguna razón, pues él decidió darles a todos por igual y tenía derecho a hacerlo ya que era su plata (v. 15).
La misión del Señor Jesucristo es que todos le conozcan, se arrepientan de sus pecados y se salven (1 Ti. 2:4). No le importa si le hemos conocido y confesado a los ocho, quince, treinta, cincuenta o setenta años. Incluso puede ser horas o minutos antes de la muerte; el hecho es que tuvieron la oportunidad de ir al viñedo y recibieron su paga completa: la salvación. El Señor no nos adquirió ni con oro ni con plata, pagó con su propia sangre por todos; fuimos comprados por un precio muy elevado (1 Co. 6:20). Viendo la misericordia de Dios bajo esta perspectiva, no nos incumbe a nosotros lanzar el dedo acusador contra aquel que por más cruel que haya sido, ha vuelto los ojos al Señor, se ha arrepentido y convertido. Quizá somos egoístas y envidiosos como si pretendiéramos que el reino de Dios es para unos pocos y los demás no tienen derecho a gozar de él.
Como reflexión, bajémonos de ese pedestal en que nos encontramos y miremos al pecador con el mismo amor y misericordia que Dios lo mira. Más bien, que la parábola nos sirva de ejemplo para entender que tenemos que llevar el mensaje de Jesús a tiempo y a destiempo porque no sabemos si para esa persona el día se ha agotado y es la oportunidad de permitirle su entrada al reino celestial. "Así que los últimos serán primeros, y los primeros, los últimos" (v. 16).

Señor: gracias por prodigarnos tu compasión a todos por igual.

Un abrazo y bendiciones.

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