sábado, 7 de enero de 2012

Nuestra fe sobre la Roca


Por tanto, todo el que me oye estas palabras y las pone en
práctica es como un hombre prudente que construyó su casa sobre la roca.

Mateo 7:24.


Lectura diaria: Mateo 7:24-29. Versículo principal: Mateo 7:24.

REFLEXIÓN

La vida del cristiano se asimila a la casa que se debe construir con cimientos sólidos en terreno firme como la roca. Una muestra de lo que sucede cuando se construye sobre lodo la tenemos bien diciente con la época invernal que nos ha azotado últimamente. Preciso: llegan vientos, tempestades fuertes, agua a borbotones y las casas se derrumban, se van al piso, porque les es difícil sostenerse. Desde su nacimiento espiritual el nuevo creyente debe aprender a cimentar su fe en Dios y su Palabra. Ir creciendo poco a poco pero con seguridad; porque en verdad sí soplan vientos huracanados y caen lluvias torrenciales que si no tenemos la suficiente firmeza, esa torre construida aparentemente muy bonita se desmoronará fácilmente.
Desde el comienzo debemos saber que el cristianismo es más un modo de vida que alguna otra cosa. No podemos creer que por el hecho de convertirnos todo nos vaya a salir a flor de piel. Al revés: el Señor empieza a hacer una limpieza total en el nuevo ser sacando aquello que está mal o hace daño y esto no es tarea simple. Y si su voluntad es continuar puliéndonos y esculpiéndonos como obra majestuosa de su creación, la labor duele y mucho. Así que el pensar que todo va a ser casa, carro y beca es una falacia. Al entregarle la vida al Señor Jesús le decimos que tome el control de nuestras acciones y nos haga de acuerdo a su santa voluntad. Cuando Él empieza la obra regeneradora no podemos ni debemos recriminarle nada porque para eso somos hechura suya y además le dimos paso; lo que nos toca es darle gracias porque “al que se ama se le corrige” y esto redundará en grandes beneficios más tarde. De este modo si desde un comienzo no empezamos a abonar nuestro terreno y fundir una buena base, nos caeremos ante el primer silbido del viento.

Señor: Enséñanos a aceptar la pildorita de tu corrección, de tal modo que nuestra fe no tambalee. Permite que crezcamos siempre sobre la roca que eres Tú.

Un abrazo y bendiciones.

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