martes, 3 de enero de 2012

Descansar tranquilo

Yo me acuesto, me duermo y vuelvo a despertar, porque el Señor me sostiene.
Salmo 3:5.


Lectura diaria: Salmo 3:1-8. Versículo principal: Salmo 3:5.


ENSEÑANZA


La persona que trabaja, llega a casa por la noche con el ánimo de descansar. Los problemas de oficina se quedan en la oficina y es el momento de relajarse junto a los seres queridos, sin teléfonos repicando ni papeles esperando. Es el tiempo preciso para compartir en familia con la alegría del deber cumplido y ahora es el momento de agradecer juntos al Señor, sabiendo que todo está bajo su control.

Los cristianos sabemos que Dios cuida de nosotros en todo momento y en todo lugar. El Señor siempre está velando por sus hijos. De ahí la certeza de acostarse confiado con la firme convicción de esperar un nuevo día. Muchas pueden ser las circunstancias que lo rodeen, pero el creyente debe entender que quien está al mando, es el Rey y Señor del universo. Como en el caso del salmista, recurrir a Dios; solamente el Señor puede controlar cualquier situación: “Pero tú Señor, me rodeas cual escudo; tú eres mi gloria, ¡tú mantienes en alto mi cabeza!” (v. 3), y clamarle porque Él responde (v. 4). El amor de Dios sobrepasa toda necesidad y cada día tiene su propio afán. Ha pasado uno más, y hay que dedicarse a tomar nuevas fuerzas con el descanso nocturno. Esto también es una muestra de su inefable amor: podernos acostar, dormir en paz y renovar fuerzas.


Señor: Eres tú, el único que me rodeas. Eres mi fortaleza y en ti halla descanso mi alma.


Un abrazo y bendiciones.

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