jueves, 5 de enero de 2012

Orar por nuestros enemigos

Pero yo les digo: Amen a sus enemigos y oren por ellos.
Mateo 5:44.


Lectura diaria: Mateo 5:43-48. Versículo principal: Mateo 5:44.


REFLEXIÓN


El amor de Dios se refleja en todo cuanto hacemos y ese todo incluye el perdón. En el Sermón de la Montaña, Jesús nos manda amar y orar por nuestros enemigos. Cuando nos enseñó a orar también hizo la advertencia que debemos perdonar igualmente como el Padre nos perdona. No debemos portarnos como el siervo despiadado porque: “Así también mi Padre celestial los tratará a ustedes, a menos que cada uno perdone de corazón a su hermano” (Mt. 18:35). El perdón tiene que ser completamente de corazón no a medias o decir “perdono pero no olvido”; lo correcto es poder recordar el agravio pero con un corazón sano. Entre más difícil sea perdonar, más oración debe de existir e incluso ayunar o pedir ayuda espiritual. Lo importante es no dejar avanzar ese sentimiento porque las consecuencias no se harán esperar.

El rencor, odio y resentimiento no nos deja más que raíces de amargura, las cuales entre más pasa el tiempo más se van arraigando. Si recibimos una ofensa de una persona llegada (porque muy seguramente las recibimos en la calle por diferentes situaciones, aún así, hacer caso omiso y bendecir al agresor), debemos ir a ella y arreglar lo sucedido antes que empiece a hacer mella en nuestro corazón. Muy seguramente la persona que nos ha herido se encuentra entre los que nos rodean, tal vez, alguien a quien se ama mucho o aprecia, y se le ha brindado quizá apoyo incondicional; entonces hay que acudir al Señor del amor para que a través suyo se tenga la fuerza de perdonar. ¡Hay que hacerlo! La decisión dejará paz y gozo, además hemos agradado a Dios con una pildorita de su amor ilimitado.


Un abrazo y bendiciones.

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