domingo, 1 de enero de 2012

El hombre que se deleita con Dios

NOTA

Trataré que este nuevo año mis devocionales tengan una dosis de amor diario, por consiguiente los llamaré: “Pildoritas diarias del amor de Dios”.


Es como el árbol plantado a las orillas de un río que, cuando llega su tiempo, da fruto y sus hojas jamás se marchitan. ¡Todo cuánto hace prospera!

Salmo 1:3.


Lectura diaria: Salmo 1:1-6. Versículo principal: Salmo 1:3.


REFLEXIÓN


Definitivamente para deleitarse y reconocer las maravillas de Dios, solo tenemos que disponer el corazón para observarlas. Anoche, esperando el año nuevo en la finca de mis primos que a la vez son mis consuegros, pudimos observar un espectáculo maravilloso. Ubicados prácticamente en la cima de la montaña donde a lo largo y ancho se aprecian las viviendas de muchos finqueros de la zona, podíamos divisar por doquier ya entrada la noche, la cantidad de juegos pirotécnicos que fulguraban en el cielo dando un deleite profundo a mi corazón en cierto modo entristecido por la ausencia de mis hijitos. Se me antojó que el Señor a sabiendas de lo que me gusta apreciar estas distracciones, me quería regalar algo sorprendente que motivara y disipara mi nostalgia.

Hoy ya de mañana, saliendo de la alcoba me encontré con unos pajaritos que trinaban sin cesar alrededor de la casa parados en los árboles y matas de colores. Pensé: –Señor: todo lo tuyo es perfecto. Has dejado al hombre la capacidad de señorear sobre todo lo que has puesto a su disposición como lo de anoche, y ahora me muestras tu grandeza apreciando estas maravillosas aves posadas en medio de la vegetación multicolor que también son obra de tus manos–.

Así es. El amor de Dios se refleja en todo cuanto bueno nos rodea. La persona dispuesta a verlo, lo ve en la sonrisa de un niño, en la fugaz mariposa que vuela por doquier, en el murmullo de un río, en la blanca cabellera de un anciano y hasta como me pasó a mí: en los fulgurantes destellos de unos juegos pirotécnicos. Dios es amor; su poder y señorío se irradia en el universo entero. Solo necesitamos su dulce y tierna presencia para entender que es el dueño absoluto de todo cuánto existe. Su entrañable amor nos hace prosperar no solo en el área material sino también en la espiritual y emocional.


Señor: Enséñanos la pildorita de tu amor reflejada en el deleite diario contigo.


Un abrazo y bendiciones.


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