domingo, 29 de enero de 2012

Respecto a la oración

Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar.
Mateo 29:35.

Lectura diaria: Mateo 29:35-39. Versículo principal: Mateo 29:35.

REFLEXIÓN

Jesús nos deja un ejemplo de oración a seguir: se levantaba de mañana e iba a un lugar solitario. De mañana porque es el mejor momento para dirigirnos al Padre y a solas porque es indispensable la intimidad donde nadie nos perturbe y podamos hablar libremente con nuestro amado Señor y Dios. “Por la mañana Señor escuchas mi clamor; por la mañana te presento mis ruegos y quedo a la espera de tu respuesta” (Sal. 5:3). Dios como buen Padre está presto a escucharnos, es que en realidad no alcanzamos a darnos cuenta de la magnitud que nos corresponde como sus hijos que somos y Él, mejor que cualquier padre terrenal, se inclina hacia nosotros para oírnos. “Ciertamente les aseguro que mi Padre les dará todo lo que le pidan en mi nombre. Hasta ahora no han pedido nada en mi nombre. Pidan y recibirán para que su alegría sea completa” (Jn. 16:23-24).
Claro, la relación con Dios debe ser compartida; de lo contrario no es relación. Debemos orarle pero también debemos de recibir su Palabra porque es una de las maneras que Dios usa para hablarnos. Esto es en sí, lo que llamamos el devocional.
Como reflexión, aprendamos a no dejar pasar un día sin encontrarnos a solas con nuestro gran Dios y Señor. La Palabra de Dios en una realidad; no es una historia más y a través de ella, nos instruimos, crecemos y aprendemos a conducirnos por la senda que nos tiene trazada.
También es bien cierto, que todos pasamos por momentos de soledad y tristeza. Considero muy importante, que en esos casos, recurramos a la oración sea la hora que sea. Todas nuestras inquietudes, cargas y anhelos deben de estar en su presencia porque ¿quién mejor que el Señor para tenerlas? El Señor dice: “Clama a mí y te responderé, y te daré a conocer las cosas grandes y ocultas que tu no conoces” (Jer. 33:3). Muchos cristianos llaman a este versículo, el teléfono del Señor; usémoslo cuantas veces sea necesario.

Gracias Señor porque tú estás más listo a atendernos de lo que nosotros nos imaginamos.

Un abrazo y bendiciones.

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