domingo, 13 de noviembre de 2011

Si lo encuentras, síguelo

Hemos encontrado al Mesías (es decir, el Cristo).
Juan 1:41.


Lectura diaria: Juan 1:35-51. Versículo para destacar: Juan 1:41.


ENSEÑANZA


El seguir a Cristo no significa que se tenga que vivir aislado del mundo, ni dejar a la familia abandonada; al contrario cuando le conocemos es precisamente en el hogar y en medio del rol en el que nos desenvolvemos, donde tenemos que dar verdadero testimonio de conocerle. Tampoco necesitamos ponernos una túnica o raparnos la cabeza para que nos reconozcan como tal. La persona nacida de nuevo con el Señor Jesús, debe mostrar ante todo un amor genuino hacia Él de tal modo que ese amor lo motive a ser un discípulo auténtico de su Salvador. El primer encuentro con el Señor produce un gozo indescriptible igual al del primer amor; de ahí que en el libro del Apocalipsis se reproche el abandonarlo (Ap. 2:4). No se puede decir tampoco que en la vida cristiana todo va a salir color de rosa porque sería mentir. Las rosas son hermosas pero tienen sus espinitas que puyan incluso haciendo brotar sangre. El Señor mismo nos lo confirmó: “Si alguno quiere ser mi discípulo, tiene que negarse así mismo, tomar su cruz y seguirme” (Mt. 16:24). Venimos de un mundo pleno de maldad saturado de mentira, odio, egoísmo, deshonestidad, etc.; un mundo caído no puede dar fruto bueno y la persona está acostumbrada a esa clase de vida. Pero cuando recibimos a Cristo lo primero que tiene que existir en el corazón es un arrepentimiento genuino, doblegar el ego reinante para darle paso a la supremacía del Redentor y empezar a hacer las cosas bien.

El primer paso para encontrar a Jesús es aceptar su invitación. Invitación que nos hace en Apocalipsis 3:20: “Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguno oye mi voz y abre la puerta, entraré, y cenaré con él, y él conmigo”. Lo segundo es aceptar su perdón y a la vez entender su propósito en la vida personal del nuevo creyente, propósito de una vida nueva con Él y la ayuda del Espíritu Santo que a la vez incluye el cumplimiento de la gran comisión. Sus primeros discípulos fueron humildes pescadores que trabajaban en el mar de Galilea y Jesús se cogió de su oficio para hacerlos pescadores de hombres (Mt. 4:19). Que la enseñanza de hoy sea convertirnos en sus verdaderos discípulos ya que lo hemos encontrado.


Si no has encontrado al Mesías quiero presentártelo. Como dije anteriormente Él está haciéndote una invitación. Está tocando a la puerta y de ti depende si le dejas seguir. Si es así, te sugiero hacer una oración como ésta:


Amado Jesús: Te necesito. Por favor entra en mi vida y perdona mis pecados. Te acepto como mi Señor y Salvador personal. Toma el control del trono que hasta ahora yo manejo y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por hacerlo; gracias por darme el privilegio de seguirte y convertirme en tu nuevo discípulo. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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