sábado, 12 de noviembre de 2011

Del Verbo creador al Cordero redentor

Por medio de él todas las cosas fueron creadas; sin él, nada de lo creado llegó a existir.
Juan 1:3.


Lectura diaria: Juan 1:1-34. Versículo para destacar: Juan 1:3.


ENSEÑANZA


Quizá para muchos es una novedad el saber que no solamente Dios Padre estaba presente en la creación del mundo; a Dios Hijo lo vemos en el versículo del día, como también se nos muestra lo siguiente: “Y el Espíritu de Dios iba y venía sobre la superficie de las aguas” (Gén. 1:2b). Todo el misterio de la Trinidad hacía presencia desde el comienzo del universo. Lo hermoso y valioso es que ese mismo Dios creador era el Verbo eterno (v. 1), y “En él estaba la vida, y la vida era la luz de la humanidad”; “El que era la luz ya estaba en el mundo, y el mundo fue creado por él, pero el mundo no lo reconoció”; “Y el Verbo se hizo hombre y habitó entre nosotros” (vv. 4, 10 y 14). El Verbo creador viene al mundo en carne humana únicamente con el fin de salvarnos y dar su vida en rescate por todos. “¡Aquí tienen al Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo!” (v. 29). Lo triste es que al hombre le queda difícil recibir a ese Verbo encarnado y le cuesta aceptarlo como el Cordero sacrificado en pro de su redención. ¿Por qué? Porque su naturaleza pecaminosa está tan arraigada dentro de su corazón, que no le permite vislumbrar un camino distinto al de la indiferencia y apatía hacia Dios, lo cual aprovecha el enemigo ya que él es el más interesado en su alma. Satanás como el padre de la mentira hace creer al hombre que se basta por sí solo llevándolo a su propia adoración o envolviéndolo en creencias falsas como magia, satanismo, hechicería y espiritismo con sus respectivas manifestaciones como la adivinación y la pronosticación. Es más fácil al hombre creer lo que dicen los horóscopos que lo que está impregnado en su Palabra; más fácil ir por el camino amplio que conduce a la muerte que por la puerta estrecha que conduce a la vida (Mt. 7:14). Aprendamos a reconocer el gran amor de Dios manifestado en la naturaleza humana de su Hijo, aceptándolo como el Cordero redentor único para llegar hasta Él. Proclamemos con los ángeles: “¡Digno es el Cordero, que ha sido sacrificado, de recibir el poder, la riqueza y la sabiduría, la fortaleza y la honra, la gloria y la alabanza!” (Ap. 5:12)


Jesús, el Verbo hecho carne, el Cordero de Dios inmolado está listo para ti. El Verbo creador estaba presente en tu gestación cuando todos tus días se estaban diseñando (Sal. 139:16). Y el Cordero redentor es quien te dice: Mira que estoy a la puerta y llamo. Si oyes mi voz y abres la puerta, entraré y cenaré contigo y tú conmigo (Ap. 3:20). ¿Deseas recibirle en tu corazón? “Mas a cuantos lo recibieron, a los que creen en su nombre, les dio el derecho de ser hijos de Dios” (v. 12 en la lectura). Si tu respuesta es afirmativa, te invito a orar así:


Amado Jesús: Confieso que soy pecador y que necesito de ti. Te abro la puerta de mi vida para que seas mi Señor y Salvador. Perdona mis pecados y hazme la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por darme la vida como Verbo creador que eres y la vida eterna como el Cordero redentor inmolado por mis transgresiones. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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