miércoles, 9 de noviembre de 2011

Amor sublime

Cuéntame, amor de mi vida, ¿dónde apacientas tus rebaños? ¿Dónde a la hora de la siesta los haces reposar?
Cantares 1:7.


Lectura diaria: Cantares 1:1-17. Versículo para destacar: Cantares 1:7.


ENSEÑANZA


¿Cuál amor da su vida por su amada? Es difícil encontrar un amor tan incondicional y que esté dispuesto incluso a morir por él. Solamente hubo uno: el sublime amor de Cristo Jesús por su iglesia: la amó y se entregó por ella hasta llegar a la muerte y no cualquier muerte sino muerte de cruz; la muerte más denigrante de la época. Pero no le importó. Su amor callado, discreto, bondadoso; aquel que no es egoísta ni guarda rencor; el que todo lo disculpa, lo cree, lo espera y lo soporta (1 Co. 13:4-7), está disponible para quien lo necesite. Es el amor que existe ahí, latente, pero ardiendo como llama de fuego en espera paciente del pecador.

El mundo convulsionado y el hombre en medio de él, desesperado, abrumado por las dificultades de la vida pero dejándose envolver en su propio ego donde cree que ya lo ha vivido todo y no da marcha atrás porque su altivez y orgullo no le permiten mirar más allá. Sin embargo, hay Alguien pendiente de ofrecer reposo en el verde valle de los rebaños donde se puede descansar. Alguien quien conduce al sediento a corrientes de agua fresca. Alguien que tiene listo sus brazos para arrullarlo y acogerlo bajo su regazo. Él es quien dice: “Ve tras la huella del rebaño y apacienta a tus cabritos junto a las moradas de los pastores” (v. 8). Él es el Pastor por excelencia; es la respuesta a todas las preguntas y el descanso a los fatigados. Las muchas aguas no pudieron apagar ese amor sublime por la humanidad.


¿Te encuentras en un cerco incomprendido, solo, abatido y carente de amor? Las buenas noticias que te tengo es que eres precioso para Dios. Él te ama y quiere darte una vida nueva a través de ese “Alguien” que murió por ti. Él es quien te dice: Cuéntame amor de mi vida, ¿dónde apacientas tus rebaños? Es quien espera ansioso para tomarte en sus brazos y llevarte a reposar junto a la morada de los pastores: Jesús de Nazaret. Sólo tienes que permitirle la entrada a tu corazón y el Señor mismo se encargará de irte enamorando cada día más, hasta tenerte por siempre a su lado en la eternidad. También afirma: “con amor eterno te he amado” y estoy aguardando por ti. Mira mis manos y mis píes, fueron clavados para que ahora te envolviera con mi sangre y tengas descanso en tu andar, ¿me quieres aceptar en tu vida? Si tu respuesta es afirmativa te invito a orar así:


Amado Jesús: Confieso que soy pecador y que tu bendita sangre me limpia completamente de todos mis pecados. ¡Ven a mi vida! Te necesito y decido aceptarte como mi único y suficiente Señor y Salvador. Toma el control del trono que hasta ahora yo manejo y hazme de acuerdo a tu santa voluntad. Gracias Señor por darme la oportunidad de conocerte y de saber que has estado aguardándome para tenerme siempre a tu lado. En tu nombre Jesús, amén.


Un abrazo y bendiciones.

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