miércoles, 23 de noviembre de 2011

El pan de vida

Yo soy el pan de vida.
Juan 6:48.


Lectura diaria: Juan 6:25-59. Versículo para destacar: Juan 6:48.


ENSEÑANZA


La multitud seguía al Señor después de haberles proveído pan hasta saciarse con el fin de encontrar más comida (v. 26). Jesús les predica sobre buscar más bien, el pan que da vida eterna y ellos preguntan: “–¿Qué tenemos que hacer para realizar las obras que Dios exige?... que crean en aquel a quién él envió –les respondió Jesús” (vv. 28-29). Sin embargo, poco convencidos le preguntan nuevamente: “–¿Y qué señal harás para que la veamos y te creamos? ¿Qué puedes hacer? –insistieron ellos–“ (v. 30). ¡Increíble! Este mismo Señor les había socorrido con abundante comida anteriormente y ante ellos produjo la multiplicación de los panes y aún así, le piden nuevas señales. Se ve que estaban no solamente hambrientos del pan físico sino del espiritual también. Sacan a relucir el maná que comieron sus antepasados en el desierto y Jesús les aclara: “El pan de Dios es el que baja del cielo y da vida al mundo” (v. 33), es otro maná, el nuevo y que no es pasajero; el que lo toma nunca más pasará hambre ni volverá a tener sed: Es el mismo Señor Jesucristo, el pan de vida (v. 35). ¡Qué tristeza! El Señor se debió sentir desilusionado porque lo han visto, han sido espectadores patéticos de sus señales y pareciera que no creyeran o más bien, no quisieran comprometerse a seguirle. Quieren tenerlo todo, pan físico para calmar el hambre y el pan de vida eterna que Jesús les ofrece pero sin tener que levantar un dedo. Quieren recibir respuestas pero no buscan al Dios de las respuestas. Quieren continuar errantes por el camino.

Exactamente sucede en estos tiempos. Tal vez se va de espectador a una iglesia, se participa en la alabanza, se hacen obras con los necesitados y muchas cosas pero de sola apariencia, porque en el fondo se ha convertido al cristianismo en una religión más, no en una relación personal con Jesucristo. No es que lo anterior no se deba hacer; es que lo segundo debería ser lo primordial y el eje que motive lo demás. Buscar al Señor con ansías de corazón; nuevamente insisto, no por un milagro o porque allí –me siento bien-. Buscarlo porque todo el que llega a Él, no sufrirá rechazo alguno (v. 37). Buscarlo con corazón sincero y dejarle actuar no solamente cuando tenemos necesidades sino que en todo momento Él sea verdaderamente el centro de nuestra vida, el eje que nos guía. Hay entonces, que permanecer en el Señor, vivir el día a día junto con Él; orarle, adorarle y permitirle la entrada a todas las áreas de nuestra vida para que manifieste su poder y gloria con el cambio verdadero que debe tener todo nuevo creyente. Simplemente dejarse alimentar por ese Pan de vida que tenemos a disposición.


Jesús dice: “Yo soy el pan vivo que bajó del cielo. Si alguno come de este pan, vivirá para siempre” (v. 51). El Señor mismo te está haciendo la invitación para que lo aceptes en tu vida como Señor y Salvador personal. Esta es la obra que Dios espera de ti: que creas en su Enviado, en su Hijo y poder a través de Él darte la vida eterna. ¿Deseas aceptarlo? Te puedo sugerir una oración como la siguiente:


Amado Jesús: Tengo hambre y sed de justicia. Vengo a ti para entregarte mi corazón. Quiero tomar ese pan de vida que eres tú y vivir para siempre a tu lado. Hoy decido aceptarte como mi Señor y Salvador personal; me arrepiento de mis pecados y te pido perdón por ellos; te entrego el trono de mi vida para que hagas de mí, la persona que quieres que yo sea. Gracias Señor por hacerlo y por darme la vida eterna contigo. Amén.


Un abrazo y bendiciones.

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